[...]
«Andrea sentía la caricia fresca de la oscuridad en sus mejillas. Trataba de ver más allá de las colinas y los caminos, de las penas y los problemas, de la soledad y la tristeza que lo acompañaban como una camisola empapada. En aquel lugar estaba rodeado de aquello que había atormentado a padre hasta que enfermó y tuvo que quedarse en casa. Amarga gracia, solo las fiebres habían sido capaces de apartarlo de aquellos lugares.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Descarga aquí todo lo que necesites...