¿Cómo empezó tu periplo en Las Truculentas? ¿Fue
voluntario o te secuestraron y torturaron?
Conocía a Mario porque ambos participamos en Legado
Antología Benéfica. Cuando nos dijo que quería crear un cadáver exquisito
para su blog, no dudé en apuntarme. Aunque no he podido participar en todos los
proyectos de las Truculentas, he aprendido mucho gracias a ellas.
¿Qué son Las Truculentas para ti? ¿Cuánto hay de Síndrome
de Estocolmo en tu respuesta?
Son un grupo de chicas increíbles y super talentosas que no
dudan nunca en apuntarse a un bombardeo. Estoy super contenta de formar parte
de él y muy orgullosa de las historias que creamos entre todas.
¿Qué pensaste cuando empezó el #ProyectoHotel?
No suelo escribir terror, así que bastante miedo, valga la
redundancia. Pero es lo bueno de no escribir sola, que siempre tienes a alguien
que te motiva y te anima a seguir adelante.
¿En qué te inspiraste para escribir tu relato? ¿Por qué
no escribiste sobre unas tranquilas vacaciones en Torrevieja?
Como no soy muy de terror, quería escribir sobre un monstruo
que no lo pareciera, al menos para la protagonista. Crear esa sensación de «hay
algo que no va bien, pero no sé el qué». Espero haberlo conseguido.
¿Qué te aporta escribir truculencias?
Sobre todo, salir de mi zona de confort. Con las Truculentas
he escrito cosas que no suelen ser de mi estilo y eso me ha aportado mucha
experiencia como escritora.
Si te diera un millón de euros, ¿dejarías de escribir
esas cosas tan sangrantes? ¿O los usarías para probar las truculencias antes de
escribirlas?
Lo que me darían un millón de euros sería muchísima más
libertad creativa. Lo que quiere decir que escribiría todavía más truculencias.
¿Qué te gustaría decir a quien vas a sentar en tu mesa de
torturas?
Que no se fíe de nadie.
¿Y al lector que se acerca a tu relato?
Que tenga cuidado. Una vez entras al hotel, es posible que
nunca puedas escapar.
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