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miércoles, 4 de mayo de 2022

Historias desde el dolor - Vil Nocheterna

 

Cuatro fotografías. Esquina superior izquierda, una pizarra blanca en la que aparece NO BULLY ZONE escrito con rotulador. En una esquina pone latapadelbaul.es Esquina superior derecha, una pizarra blanca en la que pone BULLIES ARE NOT WELCOME HERE escrito con rotulador. Esquina inferior izquierda, un niño en una esquina llorando, junto a un montón de libros, al que se le acerca otro niño para ver lo que le pasa. Esquina inferior derecha, una niña en un pupitre echada encima de sus libros, llorando, rodeada de un montón de niños y niñas que parecen estar gritándole cosas negativas.

Soy consciente de que mi experiencia no alcanza la gravedad de otras personas pero ni de lejos; sin embargo, haber crecido en un entorno familiar tóxico, pienso que sí da crédito a mi dolor. 

    ¿Relacionado con el acoso escolar? Bueno, lo típico según las circunstancias. 

    La presión a la que te someten, cuando las hormonas empiezan a tomar el control, para que digas quién te gusta cuando a ti no te interesan esos temas. Decir lo primero que se te viene, para que luego tus compañeros empiecen con mensajes en el encerado. Preguntarte incluso si eres virgen, cosa que me parece violento y fuera de lugar. 

    Apodos varios: mono, chimpancé, cuatro ojos, alien, la sangres. 

    Alentación a algún alumno de otro aula para agredirme tras el término del recreo, siendo partícipe un vecino de mi edificio. 

  Quitarme las gafas incluso ante mi advertencia de que las tenía pegadas, y que terminaron por romperme. 

    Mis amigas también eran cómplices, pues se reían cuando me hacían algún comentario «gracioso».     ¿Por qué seguía con ellas? Porque nadie quiere estar realmente solo. 

    Llegué en un momento dado a la autolesión, pero ni los profesores se quisieron dar cuenta. Y el que lo hizo, me preguntó qué había pasado. "" Me aburría "" le dije y me creyó, pese a que es imposible que alguien de 15 años se hiera las manos por aburrimiento. 

    Pequeñas cosas que me han ido machacando, heridas aun abiertas y cicatrices que no se ven; y que por ello no justificante a ojos de quien no me conoce, mi abocamiento y desgana. 

    En fin. Debería estar contenta y agradecida de no tener una experiencia, digamos, grave. 

    Aún vivo, que ya es bastante.


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