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jueves, 12 de mayo de 2022

Historias desde el dolor - Anónimo

Cuatro fotografías. Esquina superior izquierda, una pizarra blanca en la que aparece NO BULLY ZONE escrito con rotulador. En una esquina pone latapadelbaul.es Esquina superior derecha, una pizarra blanca en la que pone BULLIES ARE NOT WELCOME HERE escrito con rotulador. Esquina inferior izquierda, un niño en una esquina llorando, junto a un montón de libros, al que se le acerca otro niño para ver lo que le pasa. Esquina inferior derecha, una niña en un pupitre echada encima de sus libros, llorando, rodeada de un montón de niños y niñas que parecen estar gritándole cosas negativas.

 

Mi historia con el bullying empezó en 1°ESO. Yo siempre había sido un chico bastante introvertido y para mi mala suerte, mi facilidad para hacer amigos era nula. Ese año era todo nuevo y para mi mala suerte, me toco en una clase problemática. En total había siete repetidores, uno de ellos con 17 años. (No quiero decir que todos los que repitan curso sean malas personas, pero en este caso, no resultaron ser muy agradables).

    Yo intenté juntarme con dos chicos que venían de mi mismo colegio, pues estar solo era peligroso, pero al final, estos dos amigos solían dejarme tirado en los peores momentos y uno de ellos incluso me pegaba. Recuerdo que para desfogar mi rabia destruí su foto en la orla del colegio con un punzón. El caso es que después de intentar aliarme con estas personas y ver que no era buena idea, me harté y me quede solo. El resto del curso, los repetidores se cebaron conmigo. Incitaciones para pelear, insinuaciones de sexo oral (dado que tenía el pelo largo), golpes por la espalda, zancadillas, puntadas con el compás... Para mi supuso tal infierno, que tuve que cambiar de centro, donde el bullying continuó, pero de forma más calmada. A día de hoy y escribiendo esto, me sorprende que una persona con 17 años fuera tan desagradable como para tomarla con un niño de 12 años. Lo peor de todo es que mi forma de ver la vida cambió desde ese punto y quizás por el camino equivocado. 

    Lo que hice para salir del bullying fue comprar unas pesas y comenzar a entrenar. Gané músculo y me convencí a mi mismo de que podía con todo, dando como resultado una persona poco social  y agresiva. Si bien es cierto que mi comportamiento alejó a la gente más perversa, a día de hoy me avergüenzo de determinados comportamientos que tuve. No es que me convirtiese en un bully, pero mis reacciones a una simple broma escalaban rápido. Tarde mucho tiempo en darme cuenta de que ser agresivo no me ayudaba en nada y tuve la suerte de conseguir algunos amigos.

    Pero la sola idea de que una experiencia así condiciones tanto mi forma de ser durante el resto de la adolescencia me da pena. Siempre dicen que una de las soluciones a este problema es plantarles cara, pero en mi caso, esto me convirtió en algo que no era y nunca hubiese querido ser. Desde luego me dio la confianza, pero la violencia no debe solucionarse con violencia, porque eso puede generar problemas en el futuro si no llega nadie para volver a cambiarte.



Fdo: Anónimo

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