Habíamos quedado en una amplia plaza. Al llegar vi que había una banda de música tocando, con sus trombones, clarinetes, flautas, bombos, platillos, bombardinos... Me senté en un banco a disfrutar de la música mientras repasaba la ficha que llevaba en mi bloc:
Elisabet P. Montero, trabaja en el laboratorio de un hospital. Le encanta la ciencia, tocar el clarinete, ir al monte y leer. Participa de forma truculenta en Horda Podcast en Twitch. Ha escrito «Henry».
Las canciones se acabaron y la banda empezó a recoger. Una de ellos, cargada con una funda en la que debía haber un instrumento musical, se dirigió hacia mí. Al principio venía despacio, con cierta inseguridad. Pelo castaño oscuro, corto, y con gafas. Mientras se acercaba sacó algo de un bolsillo, parecía un vial de laboratorio, y se lo bebió.
Cuando llegó hasta mí había perdido la timidez y era pelirroja. Se quitó las gafas y pude ver cómo sus ojos marrones oscuros clareaban de pronto.
―¡Hola! Debes de ser Mario ―me dijo ofreciéndome su mano. Tenía fuerza.
―Sí, soy yo. ¿Tienes un tinte de pelo especial? Me ha parecido ver...
―No te preocupes por eso, tenemos cosas más divertidas que hacer hoy.
―Cierto. Mira, allí tenemos una cafetería, ¿te parece que hablemos allí?
Nos dirigimos al extremo de la plaza. Entramos, nos sentamos y preparé las cosas. Un camarero nos atendió de forma brusca y se equivocó con los cafés. Encendí la grabadora.
El protagonista de la historia, Axel, tiene que presentar un trabajo de investigación en la universidad. La presión es máxima sobre él y está a punto de ser expulsado. ¿Has sentido alguna vez ese tipo de tensión?
Sí, la he sentido. Durante el primer año de carrera estuve bajo mucha presión porque es necesario aprobar un número mínimo de créditos para que te dejen continuar estudiando. Me resultaba muy frustrante estar esforzándome constantemente y ver que todo caía en saco roto, que no avanzaba. Los parciales los aprobaba, pero en los finales me quedaba a las puertas. Sin duda, una de mis peores épocas.
En el inicio vemos cómo llega a sus manos el libro «The strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde» y encuentra una serie de fórmulas en el último capítulo. ¿Cómo han llegado hasta ahí?
Las fórmulas llegan ahí porque el libro que encuentra Axel es el primer borrador de la novela que escribe Stevenson.
La idea de que estuvieran ahí surgió porque yo soy de escribir a mano. Si ves el primer borrador de «Henry», verás que las páginas están llenas de tachones, repeticiones, flechas indicando a dónde mover las escenas… También tengo apuntados detalles de las localizaciones donde Henry comete los crímenes, la distancia que hay desde su casa, el tiempo que tardaría en ir de un lugar a otro para saber si le daba tiempo a cometer los asesinatos y un largo etcétera de anotaciones que hice durante la documentación.
Me pareció divertido que Stevenson usara las últimas páginas para anotar ideas o, en este caso fórmulas, que le ayudaran a comprender mejor su historia y le diera un mayor realismo. Al final, mucha información que recopilamos durante la documentación para una historia no aparece en el manuscrito final.
La obsesión de Axel con el libro y su conflicto con el profesor Roberts desembocan en la primera vez que toma el vial. En ese momento el cambio es instantáneo y aparece Henry, que toma las riendas durante un rato. Cuéntanos algunos puntos en los que son diferentes los dos.
Son como la noche y el día jajaja
En la novela ya se menciona que Axel tiene el pelo largo y rubio y los ojos verdes, mientras que Henry lleva el pelo negro corto y tiene los ojos azules. Lo que no se menciona de Henry es que va afeitado y que es un poco más alto que Axel.
En cuanto al estilo, el de Axel es más rockero: chupa, vaqueros ajados, zapatillas o botas… Le gusta ir informal y muchas veces anda con prisas, por eso lleva una barba desaliñada y coleta mal hecha. Henry no, él siempre va impoluto (anda que no me costó cuadrar el estilo de Henry con lo que pudiera tener Axel en el armario), le gusta cuidar su imagen. Como suele decirse, Henry tiene percha.
A Axel le gusta la cerveza, el rugbi, hacerse de vez en cuando una escapada con Ada, el rock y el metal… Henry es más de whiskey, de leer, de ir al teatro y de música jazz.
Y por sus formas de ser, Axel es muy dulce y cariñoso, siempre está dispuesto a ayudar y le cuesta anteponerse, y hay quién se aprovecha de ello. Si Axel quiere conseguir algo, se esforzará al máximo, pero intentará no perjudicar a nadie. No es tímido, pero le falta un poco de coraje, una chispa de energía que le ayude a afrontar sus problemas.
Henry es todo lo contrario, es lo que Axel anhela a ser: seguro, calculador, implacable. Le da igual si para lograr su objetivo tiene que hacer daño a quien se interpone entre él y su objetivo. También es más frío y distante, y solo se preocupa por sí mismo.
A lo largo del libro se juega con esa dualidad: ¿es Henry alguien real o ha surgido con la fórmula? Esa pregunta permanece en el aire hasta que el mismo Henry nos da la respuesta, y es aterradora. ¿Te documentaste de alguna forma especial para tratar este conflicto de dos mentes en un solo cuerpo?
Sí, empecé a documentarme. Le iba haciendo preguntas a mi hermana (es psicóloga) sobre el trastorno disociativo de la personalidad. También estuve leyendo sobre lo que ocurre en el cerebro en esos casos y los tratamientos que se suelen seguir. El cerebro me parece un órgano fascinante, la verdad.
Axel vive con Ada, su mejor amiga desde el colegio, cuando colisionaron en un pasillo y lo dejaron sembrado de libros. Su relación es muy especial y eso se describe perfectamente en la historia. ¿Hasta qué punto son importantes el uno para el otro, emocionalmente hablando?
Tanto en lo bueno como en lo malo, siempre han estado el uno para el otro. Son uña y carne, y siempre se han complementado. Ada es impulsiva, alocada, mientras que Axel tiene que estar muy seguro antes de dar el siguiente paso. Ada siempre ha animado (que no forzado) a Axel a correr riesgos, a atreverse con aquello que le da miedo, y Axel es el que ha frenado a Ada cuando ha ido a lo loco dejándose llevar por sus emociones.
Pero aunque Ada sea muy segura de sí misma y siempre vaya a por todas, también ha habido momentos en los que ha sido él quién ha estado para animarla a dar ese paso que no se atrevía. En una de las muchas escenas que eliminé, Axel recuerda el momento en el que Ada presenta a Lamya a sus padres. En ese momento Ada está nerviosa, asustada, «¿Y si no me aceptan?», piensa. Siempre se había referido a Lamya como “mi pareja”, no como “mi novia”; está segura de que sus padres piensan que Axel y ella están juntos y que les va a decepcionar que no sea él su pareja. Pero Axel está ahí para decirle que no se preocupe, que todo va a ir bien, y que, pase lo que pase, él nunca la va a abandonar.
Axel es el refugio de Ada, y Ada el valor de Axel.
Ada tiene una relación sentimental con Lamya, que se ve entorpecida por la implicación de Ada en su trabajo como forense. El inspector Stone la llama continuamente y eso la afecta con los que tiene alrededor. ¿Por qué le cuesta tanto mantener el equilibrio entre su vida laboral y su vida personal?
La respuesta a esta pregunta podría ocupar un libro; de hecho, estuve muy tentada de meter capítulos desde el punto de vista de Ada para explicar su conflicto.
Ada no tiene que lidiar solo con su trabajo, que ya de por sí es estresante, sino que quiere estar con su pareja, pero está pendiente de Axel porque siente que hay algo está cambiando en él y no acaba de saber si eso es bueno o malo.
Está preocupada, tiene a un asesino que la está volviendo loca, tiene a Stone apretándole las clavijas para que le de algo con lo que trabajar, tiene a Axel al que ve cada vez más raro y que no le dice lo que pasa cuando siempre se han contado todo. Siente que está perdiendo a su mejor amigo y es algo que no está dispuesta a permitir. ¿Podría contárselo a su novia?, ¿decirle lo que le pasa y pedir ayuda? Podría, pero no lo hace. Se intenta autoconvencer de que solo es una mala racha, de que ya pasará, de que ella puede con la situación, pero al final el vaso se desborda.
[―Pérdoname un segundo ―me dijo de pronto Liz, con los ojos brillantes. Se levantó y fue al baño, detrás del camarero. Diez minutos después estaba de vuelta, con una gran sonrisa y un par de manchas rojas en el borde de su camisa blanca.]
El tema de la presión emocional está muy presente en todo el libro: la presión en la universidad o en el trabajo con Axel, en su relación o como forense con Ada, la presión de Henry que quiere tener su tiempo de libertad y trampea lo que puede para conseguirlo… Toda esta presión acumulada tiene que salir por algún lado y acaba por explotar. ¿Lo tenías planeado o los personajes empezaron a coger las riendas?
Sí tenía pensada la presión que sufre Axel y la frustración que le conducen a experimentar con él mismo, aunque la forma en la que ha acabado desarrollándose la historia no estaba planeada. Lo único que tenía claro era que Axel y Henry iban a ser muy diferentes (no sabía cómo iba a ser cada uno) y el final, y esto último no es exactamente como lo había pensado.
Al final sí, fueron los personajes los que cogieron las riendas. O, mejor dicho: fue Henry quien las tomó. Era él el que me señalaba los obstáculos que se le presentaban a Axel y me decía «A este también lo voy a matar» y yo le dejaba. Se hizo con la historia desde el primer momento: el nombre del proyecto (#ProyectoRider) lleva su apellido, el libro tiene su nombre y son sus ojos los que salen en la cubierta. Se podría decir que ha sido él quien ha escrito la historia a través de mí ja ja ja. Sus capítulos son con los que más he disfrutado, con los que más me he divertido y en los que más información he ocultado, porque él es así: no miente (me cuidé de ello tras el beteo) pero habla de tal forma que te hace creer lo que él quiere.
Hay mucho, MUCHO, de Henry en la historia, y solo se ve una pequeña parte: la que él quiere mostrar.
Henry tiene una personalidad muy fuerte y no se deja contener por las normas sociales. Por un lado quiere ser libre pero, por otro, está pendiente de Axel de formas que ni él se da cuenta. Cuando encubre lo que ha hecho para que no salga perjudicado, cuando toma como objetivos a los que le humillan… Todo gira alrededor de Axel. Sin embargo, el caso del corredor marca un cambio. Actúa porque él, Henry, lo necesita. Es ahí cuando empieza a cambiar la balanza del control. Cuéntanos un poco sobre esto.
Henry es Axel, siempre lo ha sido, pero es una parte reprimida de él. ¿Quién no se ha callado la boca alguna vez porque sabes que, si dices lo que piensas, se puede liar? Axel hace mucho ejercicio de autocontrol: con el profesor Roberts, con la vecina, con los clientes del bar… Roberts, con chasquear los dedos le puede expulsar de la universidad; la vecina no le deja en paz ni a sol ni a sombra; y si algún cliente se queja de él, podrían despedirle. Axel intenta mantener la calma, pero hay veces que le salen malas contestaciones, como a cualquiera.
Henry surge por esa necesidad de Axel de decir y hacer lo que piensa sin miedo a las consecuencias. Actúa para ayudar a su amigo, para ayudarse a sí mismo en realidad, pero ¿por qué conformarse con eso? ¿No te sientes mejor cuando eres capaz de decir lo que piensas, de actuar tal y como crees conveniente para estay a gusto contigo mismo? ¿Por qué vas a volver a reprimirte si has descubierto que esa libertad te hace bien? ¿Por qué seguir siendo Axel pudiendo ser Henry?
En todas las historias debe haber un villano. Se suele decir que los villanos son los héroes de su propia historia. ¿Hasta qué punto sucede así en tu historia? ¿Crees que en algún punto siente remordimientos o está más allá de esto?
No creo que Henry se considere un héroe o un villano. Henry es Henry, punto. No siente remordimientos ni es arrogante; actúa como cree conveniente y si tiene que mancharse las manos de sangre, no le importa. En cierto sentido me recuerda a Kira de «Death Note», pero mientras que Kira lo que busca es un mundo ideal, Henry lo que quiere es estar él bien.
Henry sabe que lo que hace no es legal, no es moral, pero le da igual. No es «Voy a cargarme a este porque se lo merece», es más bien «Voy a cargarme a este porque me es conveniente; porque es la vía más rápida de conseguir mi objetivo. Además, es una persona despreciable, así que mato dos pájaros de un tiro».
¿Disfruta matando? Sí, aunque no mata por matar. Puede destrozarte si se lo propone, de hecho, lo hace. Como he dicho antes, hay mucho de Henry que no se ve en la novela.
Cuéntanos en que estás trabajando ahora.
En todo y en nada a la vez ja ja ja. Tengo un proyecto medio empezado al que me gustaría dedicarle un tiempo que no tengo. Va sobre una chica que está investigando unos asesinatos y su hermano mayor es el abogado defensor de su principal sospechoso. Es una idea que me gusta muchísimo y ojalá poder centrarme en ella, pero el trabajo, los estudios y otras muchas responsabilidades no me dejan dedicarle el tiempo que creo se merece.
De todas formas, no me frustro, es un proyecto a (muy) largo plazo y me lo voy a tomar con calma porque quiero que quede bien y divertirme tanto (o más) como lo he hecho escribiendo «Henry».
De pronto, se armó un revuelo cuando una camarera descubró algo en el baño. Gritó y fue corriendo a llamar por teléfono.
―Bueno, creo que por hoy tenemos que acabar. Tengo cosas que hacer y sitios en los que no estar ―dijo Elisabet.
―Ah, vale, de acuerdo. Creo que tenemos suficiente.
―Ha sido un placer, Mario. Sé bueno ―terminó, con una mirada profunda. Me guiñó un ojo y se alejó.
Decidí que yo también tenía que irme. No hacía falta que nadie me hiciera un croquis para saber que las manchas de la camisa no eran de ketchup...
¿Dónde puedes encontrar a Elisabet P. Montero?
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