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sábado, 12 de marzo de 2022

Abrimos la tapa del baúl de... Mónika Feren

Últimamente hacía frío en todas partes, así que había quedado con Mónika Feren en una cafetería de mi ciudad. Tenían un reservado para que estuviéramos tranquilos y ya estaba tomando mi café. Junto a la mesa había un baúl, lo que me hacía bastante gracia. Revisé las notas que tenía:

Mónika Feren, le encanta escribir, dice que «imaginar es vivir mil vidas diferentes y poder hacer realidad algo que antes no existía me llena de felicidad». Ha escrito «Sueños de otro mundo» y «El reino de Cartón». 

Oí un chirrido y vi que la tapa del baúl que tenía al lado se levantaba y unos ojos brillantes observaban desde la oscuridad. Poco a poco se abrió del todo y salió de su interior... ¡Un patoballo! Un caballo bien grande con cabeza de pato y encima, tranquila, Mónika, vestida con múltiples capas de ropa.

―¿Mónika? ―dije sorprendido.

―¡Hola, Mario! Vaya calor hace aquí, madre mía. Voy a tener que quitarme cincuenta capas. ―Empieza a quitarse ropa y a los cinco minutos ha ocupado varios metros cuadrados de cafetería y dos reservados más. El camarero nos mira desde lejos sin saber qué hacer, el patoballo lo mira a él con cara de enfadado.

―¿Ya estás mejor?

―¡Mucho mejor! Es que estaba de visita a unos amigos y se me echó el tiempo encima.

Pongo en marcha la grabadora y comenzamos la entrevista.

La historia comienza en Las Tierras Vacías, que sufren la maldición de Congel: un invierno perpetuo. Allí viven multitud de seres extraños, incluyendo a los Pielfría, de donde es originaria Nube Detormenta. Para acabar con la maldición deben acudir a una serie de pruebas, de las que no vuelven los que fallan. Se trata de poner por delante el bien del pueblo sobre el propio. ¿Es eso el valor?

Nube Detormenta es valiente de nacimiento, dicen de ella que ya desde muy pequeña velaba por su hermana en las frías noches. Ella ni siquiera piensa en lo que va a hacer, no es consciente ni del peligro, ni de la envergadura de la misión. ¡Enfrentarse al rey Bard! Solo un necio lo haría. Más que valor, diría que su grado de optimismo es tan alto que puede emprender el viaje sin mayor dificultad, aunque más adelante descubrirá el gran error cometido.

Nube se encuentra a muchos personajes curiosos en su camino: un caracol que la acompaña, una lechuza que emite luz por los ojos, un insecto palo… Según ibas escribiendo la historia, ¿sabías ya qué serían o lo decidiste más tarde? ¿Hubo algún cambio?

Cuando empecé a escribir esta historia en mi mente solo existían dos personajes: Nube y Sincuernos, el gran caracol (además de los escenarios, como las Tierras Vacías o El reino de Cartón) Los demás fueron surgiendo según escribía; si te digo la verdad, no sé muy bien cómo aparecieron. Cambios en los personajes sí hubo, pero solo en sus personalidades. Quería presentar a uno de ellos como malvado (no puedo decir cuál porque sería spoiler) pero a medida que iba creando la trama, fui incapaz de hacer que obrase mal, la historia me requería que ese personaje se mantuviese fiel, no podía convertirlo en un «traidor» (y no estoy hablando del gallo).

La historia del Reino de Cartón se nos cuenta en pequeñas píldoras y descubrimos que el Rey Bard es un glotón y que no destaca precisamente por su agudeza. Su castillo está rodeado por una muralla de cartón y vive con el temor permanente de que alguien le destrone.

Te voy a contar algo sobre el rey Bard: es tan tonto como parece. Vive pendiente de que alguien venga a atarcarle, porque es lo que él haría. Considera que todos son igual de viles y malvados porque no ve más allá de la pelusilla de su ombligo mohoso. Sin embargo, todo tiene un porqué... Ahí lo dejo.

Durante las pruebas para cruzar el río helado asistimos a una lección de empatía tras otra por parte de Nube, que no duda en ayudar incluso a los que se enfrentan a ella en las pruebas. Este tema está presente en todo el libro. ¿Es posible que presentar a los personajes como objetos o animales ayude al lector a ponerse en su lugar saltando por encima de sus prejuicios?

No lo había pensado así. En los cuentos siempre funciona el uso de animales u objetos inanimados para darle un valor a la historia diferente, como si fuese más veraz y comprensible, ya que al no tratarse de humanos, uno tiende a creer que pueden comportarse de cualquier manera. De todos modos, usé objetos y animales por un motivo y no fue precisamente el de ayudar al lector a ponerse en su lugar.

La amistad, la traición y el perdón orbitan alrededor de Nube. ¿Cuánto de autobiográfico hay en esto?

Nada de nada. Esos elementos me parecían fundamentales para esta historia. Necesarios para que se crease un halo de cuento de los de antes. No sé si he conseguido alcanzar esa meta, pero son tres pilares sobre los que orbita el resto de la trama. 

La redención es otro de los temas que se trata en la historia. Traidor, también conocido como Zancos, nos ha mostrado que todo el tiempo ha estado pensando solo en sí mismo y eso lo ha llevado al punto en el que se quiebra. ¿Cómo evoluciona la mano derecha de Bard a lo largo del libro?

Evoluciona de manera bastante brusca para mi gusto. Me hubiera gustado alargar más su historia y que tuviera más peso del que tiene. Puede que no se entienda muy bien su cambio de visión (¡no quiero hacer spoiler!) Me encantó escribir sobre este personaje, por un lado, es malvado y nada le importa, por otro él cree tener suficientes razones para comportarse así.

Nube, mediante su viaje y lo que sucede más adelante, en realidad está tratando de cambiar un sistema, de liderar una revolución. Es muy idealista pero acaba por darse cuenta de que, aunque el sistema sea muy malo, siempre habrá quien saque provecho y quien tema al cambio. ¿Es un salto de madurez para Nube? ¿Cómo relacionas esto con nuestra sociedad?

Ella no es consciente de que esté liderando ninguna revolución, pero sí, hacia el final recapacita y se da cuenta de la triste realidad; aún así, solo pierde la esperanza cuando ve que ya no queda nada más que pueda hacer. La crítica que quise hacer se relaciona con el individualismo reinante en nuestra sociedad (me refiero a la española y a la occidental, en general), donde cada cuál mira por sus propios intereses, sin tener en cuenta a los demás. «Si a mí me va bien, el resto no importa». El hecho de verlo desde diferentes perspectivas (dicotomía ricos-pobres) me hizo reflexionar sobre que da igual en qué estrato vivas, todos tenemos nuestros problemas y queremos soluciones, el vecino tendrá que arreglar las suyas. No hay mentalidad de sociedad colmena, pero de todas formas lo que uno hace también puede influir (para bien o para mal) en el otro.

El libro es una brillante metáfora que tiene muchas interpretaciones diferentes y, por si fuera poco, dos finales diferentes. ¿Cuál crees que es más optimista?

Ambos finales lo son y por varios motivos, aunque en los dos también queda cierto mal sabor de boca. Supongo que esa pregunta es más bien para los lectores. Desde mi punto de vista, los finales son todo lo optimistas que quieras verlos.

Se suele decir que cada uno es el héroe de su propia historia y que los villanos, en su cabeza, son los buenos. ¿Crees que en tu historia es así?

¡Ah, el bien y el mal! Qué conceptos tan difusos, como diría Traidor. Creo que el villano principal de mi historia, el rey Bard, tiene claro que es malvado y además no le importa. Y la indiscutible heroína, Nube Detormenta, en ocasiones duda de que esté haciendo lo correcto. Así que no, los héroes y villanos de El reino de Cartón no son los típicos héroes y villanos, van más allá.

El final de la historia es al mismo tiempo cerrado y abierto. Por un lado, se cierra perfectamente la trama. Pero, por otro, te deja abierta una puerta con cierta intriga.  ¿Es solo un guiño al lector o te has planteado escribir algo más de ese mundo?

La historia estaba pensada para terminar sin más... pero como siempre me resulta imposible dejar de escribir sobre unos personajes y escenarios una vez que les he dado vida. Por lo que, así entre tú y yo... La historia de Nube Detormenta no termina aquí. Continuará después del descubrimiento del epílogo y el creador. Hasta ahí puedo leer (o escribir).

Para terminar, cuéntanos algo sobre lo que estás trabajando ahora.

Entre unas cosas y otras el momento «escritoril» lo he dejado un poco de lado; en cuanto pueda retomaré una historia que no tiene nada que ver con lo que he escrito hasta ahora: «La ventana de Nora», una historia de vida. Empecé a escribir esta novela pensando que sería algo sencillo, sin embargo, y como siempre, se me ha complicado convirtiéndose en algo más grande. En esta entrada podéis leer un poco más sobre ella: «La ventana de Nora».


El patoballo empieza a empujar a Mónika con el hocico. No sé si va a relinchar, a graznar o a poner el suelo perdido, pero sus ojos son extrañamente brillantes.

―Creo que mi amigo está un poco nervioso ya. ¿Crees que tenemos suficiente?

―Sí, muchas gracias por venir. ¿Cómo vas a salir por la puerta ahora?

―¿Por la puerta? ¿Para qué?

Se levanta, se monta en el patoballo y empieza a meterse en el baúl de nuevo.

―¡Mónika! Te dejas la ropa, vas a coger frío.

―No te preocupes, adonde voy ya no me hace falta.

La tapa del baúl se cierra tras ellos. 

¿Y ahora, qué hago yo con cincuenta kilos de mantas, pieles y abrigos?


¿Dónde puedes encontrar a Mónika Feren?


monikaferen.com

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Si te interesa comprar su novela, puedes hacerlo aquí: «El reino de Cartón»




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