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lunes, 28 de febrero de 2022

Presentación de Antología Monería

¡Buenos días! Por fin salió Antología monería a la venta. Es una Antología Benéfica en la que todos los beneficios van destinados a la Fundació Mona, que se ocupa de la rehabilitación a primates maltratados, cursos y sensibilización por el riesgo de estas especies.

A continuación os pondré los aesthetic de todos los relatos, microrrelatos y poemas que componen la antología, por orden de publicación en Twitter. Os dejo enlace al hilo con el aesthetic y curiosidades, y enlace al perfil personal de cada escritor.


Gato 593 por Marla Hectic



El secreto de la estación Mono por Fran Márquez




El orden del día por Sheila Moreno




La piña que no quería mirar al sol por Mario Durán




El juglar de Anira por Iván Ros Navarro




El hábito hizo al mono por Francesc Xapa




El elefante y el ratón por Iván Parro




Supermercado para cardenales por Roberto Garma




El amor entre la piña y el mono por Rubén Benítez 




El mono de la tienda nórdica de muebles baratos por Carmen S. Torres








Si queréis tener esta monería de Antología, podéis comprarla aquí:

Amazon




sábado, 26 de febrero de 2022

Abrimos la tapa del baúl de... Ana Escudero Portal

Había quedado con Ana en una zona comercial. La gente entraba y salía de las tiendas como hormigas siguiendo un trazado inexplicable. Me senté junto a una fuente, en una repisa de piedra, y repasé mis notas:

Ana Escudero Portal. Estudió psicología pero su amor por los libros hizo que se dedicara a las letras tras un Máster de Edición. Ha publicado tres libros, la han seleccionado en dos antologías y ha sido correctora de Ayaxia Ediciones. También tiene una web de servicios literarios.

Sentí, de pronto, un estallido y un aire huracanado justo a mi lado. Solo duró un instante, pero casi me tiró al suelo. Me giré y junto a mí había aparecido una mujer con una túnica azul. En las manos llevaba un libro grande que parecía tener más años que yo. Me miró y lo cerró con una sonrisa. Pude leer "Atlas Frag..." antes de que lo guardara bajo el brazo.

―¡Hola! Debes de ser Mario, ¿me equivoco?

―No, soy yo. ¿Eres Ana?

―Esta mañana lo era ―dijo, pensativa. Después sacudió la cabeza―. ¿Cómo quieres que lo hagamos? Veo mucha gente por aquí.

―Hay una cafetería aquí cerca, podremos hablar allí tranquilamente.

―No recuerdo haber puesto una cafetería en esta calle... ―musitó, para sus adentros. No entendí lo que quería decir, pero en los últimos tiempos me pasaban unas cosas muy extrañas, así que no le di importancia.

Caminamos hasta el establecimiento y nos sentamos en una mesa al fondo. Ella insistió en dejar la espalda hacia la pared, «Por si acaso». Yo me encogí de hombros, cogí el bloc y el bolígrafo, y puse a funcionar la grabadora.



La novela comienza en la ciudad de Egitea y nos presenta a varios de los personajes principales, tres hermanos: Saen, el mayor; Vihria, la mediana, y Neria, la más pequeña. Cada uno tiene una personalidad muy diferente y marcada. Cuéntanos algo sobre la relación que hay entre los tres.

Como familia que son, se quieren mucho, pero los tres tienen un carácter fuerte y son muy diferentes. Además, ninguno está pasando por su mejor momento, lo cual es un foco de conflicto entre ellos y levantará más de una ampolla. Lo que más me gusta es que se apoyan mucho a pesar de sus diferencias y siempre están ahí para el otro, sea cual sea el problema en el que se haya metido el hermano en cuestión.

Vihria es impulsiva. No se para a pensar demasiado las decisiones que toma y eso la mete en problemas. ¿Es muy diferente del adolescente medio que estudia en la Academia?

¡Ja, ja, ja! Pues no sabría decirte. En la Academia hay de todo, y precisamente en la adolescencia, la juventud se dedica a cuestionar sus límites, ya sean personales, familiares… Es una edad en la que nos estamos descubriendo y nos metemos en más líos.

Tienes razón en que Vihria es especialmente impulsiva y medita poco sus decisiones, pero también hay que ser un poco comprensivos con ella: su madre está muy enferma, en casa andan mal de dinero y hace un año que falleció su padre. No está en su mejor momento. Aun así, sus hermanos sí que son más reflexivos, así que me gusta pensar que su caso es un poco excepcional y que, en general, los estudiantes de la Academia son más sensatos.

La de Egitea es una sociedad en la que no se valora demasiado saber leer y escribir. Cuando Vihria empieza a aprenderlo descubre la puerta a infinitos mundos de historias, pero un grave incidente pone en riesgo su relación con la lectura y con sus expectativas en la Academia. ¿Qué otras opciones tienen las chicas de su edad para ganarse la vida en su mundo?

En realidad, las mismas que tienen los hombres. La educación militar es obligatoria para todos y el año de lectura finaliza la formación común. A partir de ahí, cada uno puede elegir su camino: entrar en la guardia es la opción más sencilla (pues es lo que todos saben hacer), acceder a la Guardia de Élite la más deseada (al fin y al cabo, es una posición de prestigio para la que se han formado toda su vida), pero luego pueden formarse en oficios específicos en los distintos gremios y especializarse en algo diferente: comercio, artesanía, cocina…

Neria tiene un trauma que se va mostrando poco a poco a lo largo de la historia. Esto la afecta de forma externa, tanto en su dificultad para caminar como en que le cuesta hablar con extraños. Pero ¿cómo le cambió la personalidad cuando se produjo el incidente? Por otro lado, está perdiendo cursos en la Academia, se está quedando atrás y no parece que su futuro esté demasiado claro. ¿De qué forma mira al mundo ahora?

Neria es una chica muy inteligente, y su trauma le ha hecho darse cuenta de que poca gente a su alrededor valora la inteligencia. A la gente le cuesta escuchar a los demás, valorar opciones distintas a las que lleva escuchando toda la vida y considerar puntos de vista nuevos. A ella le cuesta más que a los demás expresar sus ideas, y le agota ver que muchas veces sus esfuerzos caen en saco roto. También le molesta que la prejuzguen por estar coja. Creo que ha madurado muy rápido y su carácter se ha endurecido mucho. Tiene menos paciencia y no tiene tiempo para escuchar tonterías. Por otro lado, valora mucho más a la gente que le aporta ideas diferentes y su curiosidad es cada vez más insaciable.

Uno de los aspectos más novedosos es la introducción de la autora en el libro. Es bastante gracioso cuando se da cuenta de cómo sus errores a la hora de diseñar el mundo le afectan cuando tiene que vivir en él. ¿De dónde surgió la idea? ¿Te gustaría haber sido tú la que hubieras aparecido en esa ciudad y convivido con tus personajes?

El problema que tiene Ahnua es que es escritora brújula (como yo, y de ahí surge la inspiración), y este tipo de escritor va descubriendo su mundo mientras lo escribe. Por lo tanto, cuando llega se da cuenta de que no sabe dónde viven sus protagonistas, que no entiende el funcionamiento de ciertas cosas o que no ha pensado el de otras, y esto se vuelve en su contra. Un escritor de mapa habría tenido muchos menos problemas que ella, ¡ja, ja, ja!

Si te soy sincera, me alegro de que haya sido Ahnua y no yo la que se ha metido en el libro, porque dudo que yo hubiera sobrevivido más de una semana en Egitea. Me encantaría conocer a mis personajes, pero no creo que ellos estuvieran tan entusiasmados por conocerme a mí. Además, Egitea es un lugar muy hostil, y llegar a una tierra desconocida sin dinero y sin contactos es complicadísimo. No me importaría meterme en otro de mis libros, pero creo que nunca escogería la Tierra Quebrada. Buscaría un universo más solidario.

El mundo de la Tierra Quebrada es rico en detalles, aunque nos centramos en Egitea. Conocemos la sociedad, clases sociales, política, la importancia de la educación… ¿Cómo preparaste el desarrollo de este mundo?

Es el primer mundo que desarrollé de forma separada a la trama de la novela, y creo que por eso es tan diferente, mucho más rico que otros. Da la sensación de ser enorme, y en la novela se muestra solo una ínfima parte de todo lo que contiene.

Me centré en crear una sociedad que le diera más importancia a la fuerza que a la palabra; quería explorar las dificultades cotidianas que surgen en un ambiente en el que la lectura no es algo común. Al fin y al cabo, la alfabetización de la mayoría de la población es un hecho muy reciente en la Historia, por mucho que hoy en día nos parezca normal.

La escritora pasa por muchas penurias hasta que consigue una situación estable y toma una decisión sobre quién debe ser en ese mundo. ¿Por qué crees que lo hace?

Quiere ser una buena escritora, y si quieres escribir una gran novela, hay que tomar decisiones difíciles. La cuestión es que no siempre es fácil hacer honor a las decisiones que tomamos y llevarlas hasta las últimas consecuencias.

Se suele decir que cada uno es el héroe de su propia historia y que los villanos, en su cabeza, son los buenos. En este caso, el villano está convencido de que hace lo que debe hacer, aun cometiendo toda suerte de salvajadas. ¿Cómo puede mantener el equilibrio?

No puede, ¡ja, ja, ja! Pero no voy a decir mucho más, que no sé cómo sin hacer spoiler.

El final de la historia es al mismo tiempo cerrado y abierto. Por un lado, permite que el lector imagine lo que puede suceder a partir de ahí. Pero, por otro, te deja abierta una puerta inmensa hacia el futuro.

Estos son mis finales favoritos: resuelve los problemas de la trama, pero los personajes se enfrentan a un nuevo principio. Así el lector tiene espacio para imaginar lo que ocurre a partir de ese momento y la historia permanece viva en su cabeza. Los finales con esperanza tienen ese sabor a nueva historia que tanto me gusta.

Para terminar, cuéntanos algo sobre lo que estás trabajando ahora.

Llevo mucho tiempo con ganas de terminar una pentalogía que llevo años desarrollando. Es lo primero que escribí, por lo que me llevará mucho trabajo arreglarlo. A veces me pregunto si no es mejor que se quede en el cajón, pero cada cierto tiempo me encuentro releyéndolo con ganas de resucitarlo. Ayer mismo me encontré repasando algunos capítulos a mitad de la historia…

Por otro lado, tengo ganas de hacer algo de no ficción, algo que pueda ayudar a las personas que visitan mi web a practicar la escritura.




―Sois muy simpáticos por aquí. Esta vez me han salido bien los camareros ―comentó Ana.

―Gracias, creo.

―Es que eso de las relaciones entre lo que hacen y lo que sienten es complicado. Soy un poco brújula y a veces se me escapan detalles. Nunca se me habría ocurrido que el camarero no se lavaría las manos, y ahí lo tienes, esparciendo sus virus.

―Creo que no te entiendo.

―No te preocupes, igual te escribí poco inteligente. Bueno, creo que va siendo hora de volver. Necesitan el libro en otro sitio para la próxima colisión.

Acto seguido se levantó, me guiñó un ojo y se fue por la puerta. Yo me quedé sentado, confuso y mirando al camarero. Me levanté sin tocar el café, pagué la cuenta y me fui. 

Necesitaba lavarme las manos.



·      ¿Dónde puedes encontrar a Ana Escudero?

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Si te interesa comprar su novela, puedes hacerlo aquí: «Colisión»


viernes, 25 de febrero de 2022

La entrevista de los viernes: Mario Durán y Juan Hernández Rodríguez (Antología Legado)

 Hoy tenemos con nosotros a Mario Durán y Juan Hernández. Podéis leer los hilos de sus relatos aquí:

¿Qué significa para ti escribir?

Mario: Todos los días tengo ideas de historias, cuentos, relatos… Quizá aventuras, quizá románticas, quizá fantasía, pero muy a menudo me encuentro dándole vueltas a alguna situación aparentemente normal y preguntándome: ¿qué pasaría si…? Creo que en esto se nota en gran parte la influencia de Stephen King. Él dice que sus historias son gente ordinaria en situaciones extraordinarias y eso es lo que yo trato de hacer. Pero, ¿por qué lo hago? Básicamente, por necesidad. Doy vueltas a las historias, tramas, personajes en mi cabeza y necesito soltarlo, contar la historia y verla acabada. Sentir con los personajes, viajar con ellos, llorar con ellos, reír con ellos. 

JuanEs una forma de dejar parte de mi en las letras, sueños, miedos, anhelos, algo que de una u otra manera siempre busca salir. y encuentra en la escritura esa válvula de escape… también es una forma de respirar, de salirme un rato de la realidad y viajar a otro mundo donde todo es menos grotesco.

¿Por qué decidiste presentarte a esta Antología?

MarioPues al principio fue porque tenía un micro muy corto (100 palabras) que en líneas generales encajaba con el tema. Por otro lado, siempre me he arrepentido de no llegar a tiempo a la convocatoria de Renacer. Juntando los dos puntos, acabé por rehacer de arriba abajo el relato y presentarlo. No tenía muchas esperanzas, la verdad, pero la explosión de alegría cuando supe que había sido seleccionado fue enorme.

Juan: Había tenido varios rechazos antes con otras antologías en España, y tenía esa espina clavada. Particularmente no tenía pensado participar en Legado, pero alguien muy especial para mi me insistió mucho en que probara con esta convocatoria, y aquí estoy, disfrutando de este momento que la verdad no creí fuera a sucederme. 

¿Cuánto hay de autobiográfico en tu poema / relato?

MarioHay pocas cosas. Quizá lo principal es una característica muy importante de uno de los protagonistas. Está relacionada con una bicicleta y con un viaje, el que lo haya leído lo comprenderá. . 

JuanDiría que mucho, aunque no diría que es autobiográfico. Luego de la muerte de mi abuelita Carmen, la mamá de mi abuelita (mi bisabuela) que curiosamente también se llamaba Carmen, vino a vivir con ella. La traté tal vez como tres años, (realmente muy poco) hasta antes de ese momento, no había pensado nunca en ella, pues la falta de convivencia la hacían una desconocida para mí. Pero luego de tratarla y recordando su manera de pensar, y su forma de trascender a otro plano mientras dormía, en paz y tranquila, nació la idea para Ocaso.

¿Hay algo que hayas hecho en tu texto con el tiempo, el narrador, la forma de construir el mundo... que te gustaría destacar por su importancia en la trama?

MarioLe di muchas vueltas y al final decidí que sería tan importante quién contara la historia que todas las sensaciones de la escena están construidas a partir del narrador. Además, hay un personaje que ayuda y rodea a la historia, aunque el resto no son conscientes de su presencia.


JuanLa alegría, la alegría y lo casual, como si más que un poema fuera un pensamiento, o un fragmento de una charla casual.

Cuéntanos algo sobre los otros escritores de la Antología.

MarioHa sido algo espectacular. A algunos los conocía de seguirlos en redes o verlos en el TL, pero la mayoría de autores y autoras han sido un descubrimiento maravilloso. La calidad que hay en el grupo, tanto humana como literaria es abrumadora. No puedo hacer otra cosa más que agradecer a Tessa y Cometa por todo lo que han hecho y lo que siguen haciendo cada día.

JuanRealmente conozco poco de los compañeros, pues al ser el único mexicano en el grupo y por la diferencia de horarios, luego no puedo convivir bien con ellos. Pero en base a lo que he leído, creo que son personas extraordinarias y de un corazón enorme. Podría hablar de su talento, pues si están dentro de esta antología, es por que lo tienen y de sobra, pero ese gran talento que tienen, se ve superado por su calidad humana, que, en definitiva, nada la supera.





¿Dónde podéis encontrarlos? Aquí:

miércoles, 23 de febrero de 2022

Pescadores (Inventízate)

  (Los relatos de Inventízate se cuelgan en bruto, tal y como fueron subidos a la web, sin revisar previamente.  En el caso de este relato, lo reescribí y amplié para una convocatoria. Lo colgaré en la próxima entrada de relatos.)

Restricciones

a. Deben aparecer mínimo seis acotaciones (3 dicendi y 3 no dicendi) correctamente puntuadas.

b. Tiene que ocurrir en una ciudad submarina.

 

 —Ya han llegado, Sula. Están esperando junto a la estatua de Can-Tel.

Bien. Cuanto antes terminemos con esto, antes podremos volver a nuestras tareas urgentes. Ocúpate de llevarlos a mi sala, Ton-O —transmitió Sula, desde detrás del escritorio. Mientras su guardia se alejaba flotando, se volvió para mirar por el ventanal. De todas las ciudades al este de la Fosa, aquella era la menos poderosa, siempre temiendo un ataque, y la estructura mostraba su obsesión por la defensa.

Señor, sus «invitados» lo esperan.

Sentía su miedo incluso desde allí. La gente de la superficie era tan primitiva que todavía se comunicaban mediante sonidos. Los estudiosos de la Época Terrestre aún no se explicaban cómo habían podido gobernar el mundo con una tecnología tan rudimentaria. En los Fondos dominaban la telepatía hacía siglos, no había otra forma de comunicarse bajo las aguas.

Cuando llegó los encontró esposados, un hombre y una mujer, dentro de una burbuja terrestre que les permitía sobrevivir allí abajo. Tan desvalidos y débiles, le daban asco. Casi tanto como la forma de hablar con ellos. Se puso un casco burbuja con un comunicador incorporado y se dirigió a ellos.

—Terrestres, habéis llegado en mal momento —dijo a través de los altavoces de la burbuja. Los humanos se sobresaltaron.

—¡Podéis entendernos! ¡Esto es una pesadilla! —La mujer se puso de rodillas, llorando—. ¡No somos una amenaza!

—Por supuesto que no, eso ya lo sabemos —gruñó Sula. Llevaba años sin hablar y la garganta empezaba a picarle—. Pero, ¿por que habéis llegado justo ahora? Estamos al borde de una guerra.

—Ha sido una desafortunada coincidencia, gran señor. —El hombre aún no había acertado a decir palabra y miraba asustado a su compañera mientras hablaba—. Estábamos buscando algo para comer y descendimos demasiado. Por favor, esto no volverá a suceder.

Ton-O, ¿quién los encontró? —Volver a la telepatía de vez en cuando le permitía ordenar sus ideas y descansar sus cuerdas vocales vestigiales.

Una patrulla de la periferia. Estaban pescando, tratando de atrapar un delfín.

¿Cómo? ¿Un delfín? ¿A eso se dedican en la superficie? ¿Ya no tienen nada que comer en su estercolero y quieren venir a destruir nuestros Fondos? —Sula decidió que aquello tenía que terminar de una vez. No podían distraerse con los terrestres en aquel momento.

—Os creo, amigos. Queremos corregir este malentendido. Os invitaremos a cenar y os llevaremos a la superficie. Deberéis comunicar a vuestra gente que somos un pueblo de paz y no queremos batallar —dijo el tritón.

Los humanos sonrieron y se abrazaron mientras se los llevaban en la burbuja.

¿Tenéis su barca?

Sí, señor.

Llevadlos allí después de la cena y dejad que el resto de los humanos nos conozca. No quiero más problemas.

¿Qué parte queréis vos?

Me gustan los riñones, pero acordaos de deshuesarlos antes de cocinarlos, estarán más blandos. No dañéis los huesos, quiero que la señal del barco sea definitiva —envió Sula mientras se alejaba relamiéndose.



lunes, 21 de febrero de 2022

Una niña cualquiera (III y IV)

3


La Directora le recibe en un amplio despacho al que accede tras certificar su identidad mediante un escáner de ADN. Un ventanal rodea la habitación, desde la que se domina todo el complejo. Caín ve que se extiende durante kilómetros en todas direcciones y, en el centro de todo aquello, está él. Es una sala preparada para intimidar a los que acuden a las reuniones. Está haciendo muy bien su trabajo.

Cuando camina hacia el centro de la habitación, el escritorio desde el que trabaja la Directora se mueve hacia un lado. Ella se desliza hacia él a unos centímetros del suelo en su desplazador acorazado negro mate, una máquina de matar con tanta tecnología que las sillas de ruedas que todavía usa la mayor parte de la población se morirían del susto al verla. Armamento oculto, sensores de grafeno y centenares de otras características protegidas bajo capas y capas de investigación secreta.

—Hola, capitán, me alegro de conocerlo por fin —dice con una sonrisa. Alarga un brazo biónico y le estrecha la mano con fuerza—. Es usted el mejor recuperador que tenemos en SIERPE. Deberíamos habernos reunido antes, pero ha estado bastante ocupado trayendo activos. Hoy ha realizado otra intervención con éxito, ¡enhorabuena! Aunque parece usted algo preocupado.

—Han muerto cuatro personas de mi equipo, Directora. Mañana tendré que hablar con sus familias y no acabo de acostumbrarme a ello —miente Caín. Todavía tiene la cabeza hecha un lío y necesita tiempo para asimilar lo que ha visto.

—Por supuesto, lo entiendo. Venga, por favor. —Se dirige hacia una puerta camuflada en la pared que se abre al acercarse el vehículo—. He estado valorando sus capacidades y, a la vista de sus resultados y las necesidades futuras de la compañía, creo que debería asumir responsabilidades diferentes.

 Al otro lado, una cápsula dorada espera en un andén privado. El espacio es el justo para el acceso, sin adornos innecesarios. Sin embargo, el interior no tiene nada que ver con el estándar. Los sillones son cómodos, hay pantallas de conexión y hasta un minibar. La Directora le ofrece algo de beber desde su silla, con la que controla todos los elementos del habitáculo. De pronto, es consciente de que se están moviendo pese a que no ha notado la aceleración inicial.

—El mundo es un lugar inestable, capitán. Continuamente hay fuerzas que lo impulsan hacia algún precipicio y hay que sobreponerse a un nuevo apocalipsis. ¿Recuerda, hace veinte años, cuando el mundo estaba al borde de una catástrofe? La contaminación, el cambio climático, revoluciones… Todo parecía volverse en nuestra contra. Entonces aparecieron los energéticos, con la solución a todos nuestros problemas. Decían que podían ayudarnos. ¡Estupideces! Solo querían cambiar el equilibrio de poder del mundo. —Hace una pausa, airada, y lo mira unos segundos sin decir nada—. Provocaron la mayor guerra jamás conocida y, por primera vez, los humanos nos unimos con un propósito común: acabar con su revolución y establecer, sin ninguna duda, la supremacía de la tecnología sobre la simple magia.

 Por la ventanilla ve que se acercan a un agujero que parece una inmensa boca salida de una pesadilla, de la que apenas se ve el borde completo. Un suave brillo intenta escapar pero la sima es tan profunda que solo es un destello de lo que sea que hay al final. En ese momento se desliza una parte del techo hacia un lado y decenas de contenedores caen hacia el fondo.

—Con la firma del armisticio, los energéticos acordaron vivir en paz en una parte de la Tierra. Y lo hicieron, durante cinco años. Fue entonces cuando encontramos la solución a los problemas del planeta. Uno de nuestros equipos consiguió desarrollar la apertura de un portal a otro punto del espacio. Lanzamos una nave que soltó muy cerca del sol un conjunto de bots receptores de energía, preparados para crear un vórtice. Entonces, abrimos la puerta desde nuestro laboratorio durante un instante. Aprendimos mucho en aquel segundo.

Caín se da cuenta de que son las cargas de los vagones que ha visto llegar al edificio por las vías de tren. ¿Por qué tiran aquí su contenido? Por muy grande que sea el agujero, en algún momento se llenará. ¿Esto era todo el secreto? ¿Un basurero?

—La mitad de las instalaciones explotaron cuando una llamarada solar atravesó el portal. Tardamos casi tres años en recuperarnos, pero fuimos capaces de rediseñar el sistema para convertirlo en unidireccional hacia el sol. Pero aún teníamos un problema mayor. La energía necesaria para mantener la conexión abierta era la equivalente a un centenar de bombas atómicas. ¿Cómo podríamos conseguirla?

La cápsula ha ido bajando y ha llegado al fondo. Descienden del vehículo y ven lo que hay en el fondo del agujero. Un triángulo de energía funciona de forma permanente en el centro, Caín siente su potencia. Ve cómo desaparece a través del vórtice el cargamento del siguiente tren. 

Una diminuta serpiente de miedo empieza a trepar por su tobillo y a subirle por su pierna. ¿Con qué generan esa enorme cantidad de energía? La serpiente va creciendo y nota cómo se le enrosca en la cintura. Quizá la pregunta no es ¿qué? sino ¿quién? La certeza se abre camino por su mente mientras la serpiente lo atenaza por la nuca.

Ve lo que hay en cada uno de los vértices del triángulo. Una especie de camilla con cables por todas partes. Cables que salen del cuerpo de una persona con los ojos cerrados y una expresión cansada en el rostro. Cables luminosos que conectan con un aparato sobre cada camilla, donde se genera el portal.

—La respuesta la teníamos ante nuestras narices. Así que la aprovechamos. Con esto hemos librado al mundo de los desechos nucleares, de gente muy peligrosa y erradicado la contaminación por emisiones de gases en todos los continentes. Hemos salvado la Tierra y nuestras finanzas están mejor que nunca. Solo necesitamos tener controlada nuestra fuente de energía. Y ahí entra usted, capitán —dice la Directora. Han llegado junto a una de las camillas y acaricia con ternura a la mujer que está tendida.

—¿Yo? ¿Cómo? Solo soy un recuperador.

—El mejor de todos. Hace unos años hubo una fuga de energéticos y usted ha sido el que mejores resultados ha obtenido de toda la división de recuperadores que creamos entonces. Un escape así no puede volver a repetirse. Tenemos muchos proyectos entre manos, aquí y en el resto de complejos de SIERPE. Quiero que sea usted el Responsable de Gestión de Activos. Supervisará todos los procedimientos para asegurar las instalaciones. Tendrá un presupuesto ilimitado para que usted obtenga los mejores resultados. 

—Me siento… Me siento honrado, Directora. No esperaba algo así —dice Caín. La cabeza le da vueltas. Siente que la serpiente se lo ha tragado y lo ha escupido con asco. Se rasca la oreja pero no consigue frenar el picor—. ¿Me permite pensármelo un instante? Creo que necesito refrescarme, ha sido tan repentino que…

—¡Por supuesto! Entiendo que es un cambio radical y puede estar abrumado. Tiene un acceso al fondo, por la puerta roja. Pero no tarde, tiene mucho que aprender hoy.

Caín camina despacio. Tiene que forzar todos sus músculos para no salir corriendo como le dice su instinto, pero al final consigue llegar a la puerta. Entra y apaga las cámaras del baño con un código de seguridad que le dio, mucho tiempo atrás, un compañero del equipo técnico. «Así puedes tener un poco de privacidad cuando tienes ciertas necesidades, colega», le había dicho en aquel momento.

Va hacia un inodoro y no puede contenerse más. Cae de rodillas y tira tres conchas al suelo mientras vomita con fuerza. Todo su cuerpo tiembla y no puede controlarlo. Vuelve a vomitar y siente algo dentro que necesita expulsar de su cuerpo, de su mente, de su ser. Toda su vida ha tratado de vivir de acuerdo con unos principios. Puede que haya cazado energéticos, pero jamás los ha tratado mal, golpeado o torturado.

Ahora, todo su edificio moral está desmoronándose. Piso tras piso van aplastando su alma, que parece huir de él, avergonzada. La cabeza le da vueltas, cae sentado al suelo sin poder sostenerse y se arrastra hacia la pared. Él los ha traído. No hay nadie sobre el que descargar las culpas, no hay un chivo expiatorio. Todo lo ha hecho él. Ha reconocido a la chica de la camilla, la trajo de vuelta hace menos de un mes y ya está encadenada a esa máquina. 

Pensaba que era un héroe, que estaba deteniendo terroristas, evitando matanzas y salvando gente. La vida se ríe de él, llora con él, grita con él. Ha matado a sus hombres, y todo para nada. ¿Qué haces cuando descubres que eres uno de los villanos? ¿Que estás en el bando equivocado?

Le cuesta razonar pero también sabe que alguien entrará a por él si no sale enseguida. Se levanta como puede, un cuerpo vacío de objetivos, de sentimientos, de amor. Se refresca y respira hondo.

Sale por la puerta caminando tranquilo, un autómata en un saco de carne, una sonrisa tatuada en la cara con jirones de recuerdos de los caídos. 

El escozor de la oreja vuelve con fuerza.




4


CLANC. CLANC. CLANC.


La puerta blindada suena con los golpes de lo inevitable. Se desplaza hacia un lado y, en la puerta, un soldado con uniforme completo observa a Isabel, sentada en aquello que quieren hacer pasar por una cama, con el cabello rubio ocultando su cara. Se levanta con la lentitud de quien conoce su destino y camina hacia la puerta. El hombre la agarra por un brazo, le coloca las esposas de contención y la lleva por los pasillos del inmenso complejo. Mira el reloj y tira un poco más de ella, no van a cumplir el horario y eso no es bueno.

Llegan a una zona con un escáner de mano. Tras un instante, se abre una parte de la pared cuando es identificado de forma positiva.

—Diga, alto y claro, su frase de identificación, por favor —truena el sistema de reconocimiento. 

—«Los débiles deben ser protegidos de los poderosos» —gruñe el soldado.

—¿Caín?

Caín aprieta fuerte el brazo de Isabel para que no siga hablando. Unos metros después de la puerta se detienen unos segundos, suficiente para quitarle las esposas.

—Debes hacerme caso, tenemos muy poco tiempo. Descubrirán que has salido quince minutos antes de tu hora y todo el complejo acudirá en tu busca —susurra Caín, veloz.

—Pero ¿por qué haces esto?

—Vi tu expediente y no me gustó mi reflejo. Atiende, porque no te lo diré otra vez. Pasaremos por la sala del vórtice. Al fondo hay un acceso de color rojo que estará bloqueado. Debes destruirlo y seguir el pasillo hasta el final. Encontrarás varias puertas cerradas. No dejes que te detengan, solo sigue recto. Tardarás un rato pero es un pasillo ascendente de mantenimiento.

—¿Tú no vendrás conmigo?

—No. Me quedaré para destruir el portal.

No hay nada más que decir, así que siguen adelante lo más rápido posible, tratando de no levantar sospechas en los monitores de vigilancia. Varios controles más allá llegan a la inmensa sala del vórtice en la que, una semana antes, Caín decidió destruir todo por lo que había luchado en su vida. No puede ser una simple fuga, eso no cambiaría nada: otro recuperador la traería de vuelta. Debe acabar con esa máquina de tortura que absorbe la vida de los energéticos. No son fuentes de energía, son seres humanos. La humanidad tendrá que encontrar otra forma de sobrevivir.

De pronto, empieza a sonar una alarma que destroza los oídos de los que no llevan casco protector. Las luces parpadean, rojo y azul, y los técnicos de la sala se miran confundidos y con las manos en los oídos. Las puertas se cierran con violencia y un gran portón aparece en una pared por la que empiezan a llegar unidades de élite de SIERPE.

Isabel corre hacia la puerta roja, algo desorientada por el zumbido, y la derriba con una enorme bola de fuego que funde parte de la pared. El calor inunda la sala y hace que se fundan varios circuitos de la máquina. El portal deja de ser estable y se apaga.

Caín mira hacia la puerta humeante y alcanza a ver cómo ella se gira y le agradece la oportunidad con un gesto. No va a ser responsable de la muerte de Isabel, esta vez su destino lo dirige él. Levanta el arma de impulsos que lleva colgado y dispara contra sus compañeros, amigos con los que ha entrenado, compartido bromas, alegrías y tristezas durante tantos años. Cada disparo es una losa en su corazón.

Lanza una granada de plasma hacia el lugar por el que ha huido la energética para sellarlo durante un tiempo y otra hacia un grupo que se ha aproximado demasiado. Los ha entrenado bien, se protegen con sus campos de fuerza de la explosión. Justo lo que quería, necesita esos segundos para disparar contra la máquina que absorbe la vida de los energéticos que él ha condenado.

Un intenso dolor se clava en su cabeza como un taladro cuando su brazo explota en llamas después de un impacto. Grita pero eso no lo detiene. Sigue disparando con el otro hasta que también desaparece por debajo del codo. No se desangra, el plasma cauteriza al contacto, pero el sufrimiento se retuerce en su interior con espinas que se clavan por todos sus nervios. Cae de rodillas y luego al suelo, boca arriba.

La chica ha conseguido escapar. Eso es lo que importa. No sabe lo que harán con él, pero da igual. Ha podido hacer algo bien, por fin. Respira con dificultad y ve cómo se acerca un vehículo oscuro. La Directora lo mira con odio desde arriba.

Un instante antes del impacto, descubre que la oreja no le molesta desde que abrió la puerta de Isabel y siente que eso está bien. Hace una mueca que parece una sonrisa. Por fin, Caín está en paz.

Un láser atraviesa su cerebro a través de su ojo derecho y lo último que siente es una llama purificadora.

Después, ya no hay nada.

Oscuridad.

Olvido.

Paz.

sábado, 19 de febrero de 2022

Abrimos la tapa del baúl de... Gloria Carrasco

Habíamos quedado cerca de un caserón. Yo no había estado nunca allí, pero era precioso. Los árboles a los lados del camino bailaban despacio con el viento. Al principio no se oía más que a los pájaros quejarse del frío. Aproveché para escuchar mis notas, que había grabado en el móvil:

Gloria Carrasco, escribe historias desde que era pequeña. Estudió Química y Diseño Gráfico y ha realizado trabajos de diseñadora por su cuenta. Le gusta la fotografía, la lectura y asesinar personajes en en los libros que escribe. Entre ellos están «El silencio de Molly», «La llave número 13» y «Hacerse humo». El más reciente es «Sangre para seis».

Al poco rato oí unos pasos que se acercaban. Una mujer caminaba hacia mí, despacio pero segura. Cuando la tenía a pocos metros me di cuenta de que llevaba los brazos cubiertos de sangre, con salpicaduras en la cara y las gafas.

―¡Hola, Mario! ―me dijo con una enorme sonrisa y los ojos brillantes.

―Ho... Hola. ¿Qué tal? ¿Eres Gloria? ―conseguí preguntar. Hice acopio de todo mi valor para no dar un paso atrás.

―¡Sí! Estoy encantada de conocerte. Ven, ven conmigo.

―Sí, voy. ¿Hay alguien más donde vamos?

―No, estaremos solos. Así nadie nos molestará, ¿verdad? ―Me guiñó un ojo y yo tragué saliva.

Caminamos unos minutos hasta una zona con bancos y mesas de piedra. Se acercó a una fuente y empezó a lavarse la sangre, tiñendo de rojo el agua.

―¡La documentación de una novela es una locura! ―exclamó. Su simpatía era un contraste extraño con las entrañas que colgaban de su chaqueta.

Terminó de lavarse y nos sentamos en el banco. Puse la grabadora en marcha, saqué el bloc y el bolígrafo y crucé los dedos para salir de allí con el mismo peso con el que había llegado.


La historia comienza presentando a los hermanos Mcriall-Monill, tres hombres y tres mujeres. El padre, Benton, los envió a un Colegio Mayor para que se convirtieran en caballeros y damas acordes a su posición en la sociedad. ¿De verdad quería que se formaran adecuadamente o solo quería librarse de ellos?

El personaje de Benton es un ser muy ambicioso. Él deseaba que sus hijos estuvieran a su altura, es por eso que los envió a esa escuela, para que desarrollaran las habilidades que él tenía. Le salió mal, obvio.

Vivian y Alfred son dos sirvientes que permanecen en la casa cuando llegan los hermanos, después de la muerte del padre. Parecen estar en la casa como adornos y nadie los tiene en cuenta. Sin embargo, al final tienen un papel en la historia. ¿A qué se debe la diferencia en el trato entre los hermanos y el señor Benton?

Los sirvientes bajan la cabeza hacia su patriarca, Benton, no hacia sus hijos. Les tienen respeto por su posición, pero tienen una lealtad hacia el amo de la casa que no lo tienen con los otros seis.

La lectura de la carta que el padre deja a los hijos tras su fallecimiento ocasiona el comienzo de una guerra civil familiar. ¿Imaginaba Benton lo que sucedería después? ¿O los estaba poniendo a prueba?

Pues como he dicho en muchas ocasiones, mis personajes, en cuanto los creo, tienen vida propia y viajan por el libro a su antojo. Creo que Benton sabía lo que iba a pasar en el momento en el que él muriese y es por eso les puso este tesoro en el camino.

En diferentes partes de la casa se suceden escenas que pueden salpicar al lector. En la primera, en el sótano, es donde vamos cómo todo estalla por los aires en esta familia. ¿Por qué Benedict tiene esa ambición? ¿Tiene problemas económicos, es algo personal, quizá necesita quedar por encima de todos?

Benedict, es el hermano mayor y es quien se asemeja más a su padre. Tiene un carácter altanero, frío y ambicioso por lo que él desea ganar, siempre y a toda costa.

Los recuerdos del pasado afloran en momentos de tensión y nos señalan conflictos antiguos entre todos ellos. ¿La venganza es un plato que sirve frío?

Sí, yo creo que sí. Todo es mejor cuando se planea, cuando ha pasado el tiempo y la otra persona ni siquiera lo espera.

En el cementerio, Xavier y Ricard buscan alguna pista que les ayude a encontrar el tesoro prometido. En un principio parecen ser los más sensatos pero, poco después, la cosa se descontrola. ¿Es una forma de decirnos que nadie es inocente en esta familia?

No, hay inocentes y en esta escena se puede apreciar a uno. Sí que hay un descontrol por la impaciencia de uno de los personajes.

A lo largo de la historia se va desvelando una trama del pasado en la que vemos la traición de una mujer con el hermano de su marido. ¿Cuánto sabe el traicionado sobre esto?

Pues yo pienso que él lo sabe de sobra. Hace mucho tiempo que ese triángulo se orquestaba y en algún momento tenía que estallar. Se han mezclado la codicia, el poder y la paciencia.

El tesoro que todos buscan en la casa actúa como un McGuffin perfecto ¿Cómo se te ocurrió montar una trama como la de «Sangre para Seis» alrededor del dinero? ¿Es que nunca tienen suficiente?

Las ansias de dinero están presentes en varias de mis historias y es que un objeto demasiado codiciado por el hombre. En realidad este historia era un fanfic, una historia corta de Wattpad. A la gente le gustó y decidí replantearlo.

En todas las historias debe haber un villano. Este caso, no está claro si los hermanos son todos villanos o en realidad son víctimas. Tampoco está claro, en caso de que lo sean, si son víctimas de su padre (lo que le haría el villano) o de la sociedad. 

Todos son víctimas, al fin y al cabo. Unos por agradar, otros por tener una buena vida, otros simplemente porque les tocó casarse con la persona que no escogieron. Villanos tampoco hay, es decir, en esta historia no hay ni malos ni buenos, solo personas con unos objetivos o sueños que no se cumplieron.

Cuéntanos en que estás trabajando ahora.

En este momento, estoy corrigiendo mi siguiente libro, «La ruta del Llop», para poder autopublicarlo. Tengo varias historias empezadas que poco a poco voy hilando.


Gloria se tocó la frente y se dio cuenta de que todavía le quedaba algo de sangre, que se le había secado durante la entrevista. Se levantó despacio y suspiró.

―Bueno, creo que ya hemos tenido suficiente por hoy. Todavía tengo que terminar de limpiarme.

―Sí, claro. Ahí, justo encima de la ceja derecha, sí, ahí, creo que eso es una uña de alguien...

―¡Vaya despiste! No puedo ir así por la calle. ―Soltó una carcajada sincera y se llevó la mano a la boca para reírse. No conseguía entender a mi cerebro, pero me caía bien.

Se despidió y se alejó de nuevo hacia la mansión. Yo recogí y volví hacia mi coche.

Con seguridad, tranquilo, despacio.

Tardé tres minutos en recorrer lo que antes había tardado veinte.




¿Dónde puedes encontrar a Gloria Carrasco?

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Si te interesa comprar su novela, puedes hacerlo aquí: «Sangre para seis»



viernes, 18 de febrero de 2022

La entrevista de los viernes: Pirra Smith y Rocío Stevenson Muñoz (Antología Legado)

   Hoy tenemos con nosotros a Pirra Smith y Rocío Stevenson. Podéis leer los hilos de sus relatos aquí:

¿Qué significa para ti escribir?

Pirra: Todo. Es una forma de vida en la que puedo compartir todos mis sueños a través de las palabras aquellas cosas que pasan por mi mente. Me encanta inventar historias y regalar a otras personas esos lugares para poder soñar juntos. Creo que es una forma preciosa de compartir una parte de lo que hay en mi mente y en mi corazón con los demás.

Rocío: Escribir es parte de lo que soy. Me hace feliz hacerlo, aunque a veces me agobie cuando se me echa el tiempo encima o empiezan a acumularse proyectos sin lograr sacarlos adelante. También me ayuda a aprender más del mundo y de mí misma porque la escritura tiene esa forma extraña de llevarte a veces por caminos que nunca has transitado o de devolverte a otros que ya creías olvidados. Es, además, la mejor manera que conozco de reflexionar y de dar sentido a la maraña de ideas que a veces se me agolpan en la cabeza.


¿Por qué decidiste presentarte a esta Antología?

PirraAl ver que era sobre personas mayores no me pude resistir la idea vino sola y tuve que escribirla. Mis abuelos han sido importantes en mi vida y quería rendirles cierto homenaje con este relato. Solo conocí a mis abuelos maternos y aunque no demostraban especialmente su amor cada vez que mi abuela le pedía un beso a mi abuelo él se reía y sin rechistar le daba un piquito avergonzado delante de la familia. He intentado ir un poco más allá de eso con el relato.

Rocío:  Hubo varias razones para participar en ella. En primer lugar, por el tema de los recuerdos y de cómo la vejez y el paso del tiempo erosionan la memoria hasta borrar esas piezas de nosotros mismos que creemos guardar a salvo en nuestras cabezas. La fugacidad de la vida, la vejez, el avanzar de los años siempre han sido temas que me han obsesionado. En segundo lugar, por las organizadoras. Ya conocía su trabajo y me tenían encandilada con él, así que no dudé ni un segundo en presentarme cuando vi que eran ellas quienes se encargarían de llevar este proyecto a buen puerto.


¿Cuánto hay de autobiográfico en tu poema / relato?

PirraEn realidad salvo la aparición de la caja metálica azul que en su origen tenía galleta, más tarde los útiles de costura y luego las fotos de ellos nada más. Pero cuando lo pienso me gustaría tener una relación así cuando sea más mayor con mi pareja.

RocíoEn el poema no hay nada de autobiográfico, aunque cuando pienso en la vejez y en la pérdida de la memoria, la imagen que acude siempre a mi mente es la de mi abuela. En este caso, lo que quería trasladar a estos versos eran dos ideas fundamentales: cómo la pérdida de los recuerdos se traduce físicamente en las fotos que la protagonista ha desplegado frente a sí —apenas hay luz en ellos, los bordes están difuminados y algunas imágenes se ven borrosas—, y cómo la memoria puede pervivir (y así, también llenar físicamente de luz otras casas y lugares) en el recuerdo de otros.

¿Hay algo que hayas hecho en tu texto con el tiempo, el narrador, la forma de construir el mundo... que te gustaría destacar por su importancia en la trama?

PirraAl principio escribí el relato hablando a la pareja como un «tú» pero se acabó convirtiendo en un «él» porque me sonaba mejor y pensé que era más fácil leer un relato del tipo del mío sin meterse tanto en la piel de los personajes. Al fin y al cabo son nuestros mayores teniendo un encuentro sexual y quería que fuera tierno.

RocíoEn realidad, no. Creo que la poesía tiene la extraña habilidad de tocar a cada uno de una forma diferente. Ojalá aquí también consiga hacerlo de algún modo.


Cuéntanos algo sobre los otros escritores de la Antología.

PirraQue son personas maravillosas, nos hemos apoyado como no había imaginado que podía hacerse. Yo he participado menos en el grupo por mis circunstancias y aun así me he sentido súper arropada por el resto. Creo que son personas con muchísimo talento, cada uno de los seleccionados. También las organizadoras de la antología que nos han dado un espacio y un propósito para escribir cosas tan bonitas así como la maquetadora e ilustradora que han hecho un trabajazo brutal para que saliera a la luz una obre de arte maravillosa. Gracias.

RocíoCon algunos ya había tenido la enorme suerte de coincidir con anterioridad en otras antologías. Con otros, es la primera vez y me ha encantado poder compartir espacio con ellos en Legado porque son todos personas maravillosas. Mención especial a las dos organizadoras, Tessa y Cometa, que siempre tienen una palabra bonita y una sonrisa para todos. 





¿Dónde podéis encontrarlas? Aquí:


miércoles, 16 de febrero de 2022

Una niña cualquiera (II)

2


¿Por qué esa niña? Esa pregunta rebota entre los pensamientos de Caín a lo largo del trayecto, mientras arrecia el picor de su oreja. Es una pieza que no encaja en el puzle, y no le gustan las cosas que no encajan. Lo hacen sentirse inquieto, nervioso, como si hubiera una broma a su costa y él fuera el único que no se da cuenta. 

El helicóptero se aproxima al complejo de SIERPE mientras sigue con sus pensamientos. Es del tamaño de una ciudad pequeña, con edificios por todas partes y túneles conectores entre ellos. El conjunto tiene forma de hexágono y contrasta con el terreno baldío alrededor. Alguien que consiguiera llegar a pie lo vería como un espejismo, un castillo surgido en medio de un campo muerto, sin árboles, sin animales, sin agua. Después, acabaría muerto por las minas, los drones equipados con rayos de plasma o cualquiera de las otras múltiples defensas que lo rodean.

En el extremo sur, sin embargo, converge una red de vías de tren sobre uno de los lados del perímetro. En el tiempo que tardan en aterrizar llegan al menos diez trenes desde diferentes direcciones: entran sin parar a través de una puerta y vuelven a salir solo unos minutos después. Hace diez años que trabaja allí, pero aún no conoce muchos de los proyectos secretos de la compañía y este es uno de los mejor protegidos. Quizá hoy, por fin, lo averiguará. Tiene una cita con la Directora para hablar sobre su futuro en SIERPE.

Aterrizan en el helipuerto de la pared norte. Cuatro torres de seguridad automáticas lo rodean y activan su armamento en cuanto tocan tierra. El primer terrorista que recuperó provocó muchos problemas y los procedimientos se modificaron de forma radical a partir de ese momento. A una decena de metros del helicóptero se abre una hendidura en el suelo y se eleva una bloque cúbico blindado con una ventana a cada lado. 

Caín baja del vehículo mientras agarra a la chica por un brazo y la lleva hacia un lateral del cubo. El olor de aquel sitio, a grasa de máquinas y a pólvora, siempre lo tranquiliza al llegar, le hace sentir en casa. Los ruidos familiares del complejo lo engullen en su rutina y lo ayudan a relajarse. Hoy no.

Las torretas lo siguen todo el camino sin hacer ruido. Al llegar, coloca la mano sobre un lector y una luz roja escanea sus ojos durante un segundo. Entonces, una parte de la pared se desliza hacia un lado y permite el acceso al interior. Por la puerta se pueden ver un aseo y una cama, soldados ambos por dentro a las paredes. Se acerca y le quita las esposas y el collar.

—Entra. Esta va a ser tu casa durante mucho tiempo. Eres como todos tus compañeros, una asesina. Hoy has matado a cinco personas, pero serán las últimas —dice Caín. La mira con cansancio pero ella no levanta la vista del suelo.

La chica entra despacio, resignada. Inspira y espira hondo varias veces y se queda de pie en el centro de la celda, mirando al infinito. El recuperador se siente incómodo y la oreja le molesta de nuevo. Duda, aproxima la mano para cerrar la puerta y la retira en el último momento. Necesita saber. Poco a poco la idea de que hay algo que no encaja va calando en su mente. 

—¿Por qué lloraste con esa niña? —dice él. 

—Es una buena pregunta. Como dices, he destruido colegios. Búscalos, verás lo despiadada que soy. En mi expediente tienes todo lo que necesitas, capitán. Pero ten cuidado. Puede que no te guste lo que veas cuando te mires en el espejo. —La chica entra y se tumba en la cama.

No va a obtener nada más de ella así que introduce la clave de bloqueo. La puerta se cierra despacio, sin ganas. Acto seguido, el cubo comienza a descender y la apertura en el helipuerto desaparece. A la terrorista le espera un largo paseo a través de raíles robotizados que arrastrarán la celda hasta el módulo en el que debe estar, sin interactuar de ninguna manera con elementos humanos. Dentro del cubo la energía no se puede condensar para ejecutar ningún tipo de ataque. Es un sistema a prueba de fallos.

Caín va hacia las oficinas para presentar su informe. Es duro contar cómo han muerto sus compañeros sin que haya podido hacer nada por evitarlo. Siente el impulso de gritar y golpear la pared. Ha enterrado a tantos ya que, cuando vienen a visitarlo por las noches, a veces confunde sus caras y sus nombres. No les tiene miedo, son sus hombres y le reconforta verlos, pero siente que les ha fallado. A todos y cada uno de ellos. Cada noche promete que la próxima vez será diferente, que no habrá bajas. Cada mañana se despierta sintiéndose un mentiroso.

Termina de hacer el reporte y se dirige a los vestuarios. Se ducha y no consigue limpiarse la culpa por haber sobrevivido. Se viste para ver a la Directora y luego camina al tubo de transporte del nivel inferior e introduce las coordenadas. Tardará unos quince minutos en llegar. Por el camino utiliza un holopad conectado a la red para revisar el expediente de la chica. Despliega la pantalla y una imagen tridimensional holográfica surge ante él con su ficha. Se llama Isabel y tiene veinticinco años. Hay registros de su actividad terrorista al menos desde que tenía quince. Una buena pieza. Busca las bajas civiles mientras se rasca la oreja; ya revisó su expediente antes de la misión así que no le sorprende lo que ve.

Hace dos años destruyó un colegio infantil de un pueblo pequeño. Había 57 personas entre niños y profesores. Nadie consiguió escapar. ¿Cómo podía una persona ser tan cruel? Otro hace solo tres meses, 90 personas, una ciudad algo mayor. ¿Simples ansias de matar? Asqueado, está a punto de cerrar la pantalla cuando ve algo raro. No es consciente de que el picor de la oreja se ha detenido.

Todas las víctimas deben estar enlazadas en el expediente de su asesino para tener una ficha completa. Sin embargo, no encuentra el hipervínculo de ningún muerto en los escenarios de terrorismo. Solo hay números. Revisa el informe que ha preparado sobre la intervención de hoy y ahí están: enlaces hacia las fichas de sus compañeros muertos que le miran desde la pantalla. No son más que representaciones digitales pero son tan reales que pierde el aliento un segundo. La niña civil aún es una desconocida y no tiene su propio expediente. Vuelve hacia atrás y los atentados siguen sin tener ningún enlace.

Recuerda que la destrucción de lugares de concentración de personas es algo que los terroristas energéticos hacen a menudo y revisa el expediente de otros que ha detenido. Lo hace a conciencia, no quiere dejarse llevar por coincidencias. La cápsula en la que viaja empieza a frenar, indicando que se acerca al destino, pero él no se da cuenta.

—¡No me jodas! —se le escapa cuando tiene todos los datos.

No hay hipervínculos en ningún expediente, salvo sus informes. Busca en la red global información sobre los atentados: noticias, declaraciones, esquelas, cualquier cosa que pueda verificar los datos que aparecen en las fichas. No hay absolutamente nada.

Sale de la cápsula despacio y se apoya en la pared. No entiende lo que ha visto. Es imposible. Si es cierto, eso significa… Mierda, ¡significa que están trayendo gente inocente!  Caín sabe lo que está viendo. Esos datos están introducidos a mano de forma chapucera. ¿Han matado a alguien acaso? ¿Cómo pueden ser inocentes todos? ¡Los ha visto masacrar a sus compañeros durante años!

Tienen un inmenso poder. ¿Es eso suficiente para encerrarlos? ¿La posibilidad de que algún día causen daños? Hace décadas que se firmó el armisticio con los energéticos. Las personas que él ha recuperado son terroristas, asesinos que no han querido aceptar el acuerdo de paz, ¡tienen que serlo! ¿Acaso han muerto tantos de sus compañeros por nada? Le cuesta creer que un gobierno apruebe detenciones preventivas masivas. Pero eso no es un gobierno, es una corporación. Es SIERPE. 

Las hormigas de su oreja le muerden de nuevo. No tiene mucho tiempo, pero es suficiente para buscar un dato nuevo, algo que hasta ahora no había revisado. Tiene miedo de conocer la respuesta. Cuando sale el resultado en pantalla, el holopad cae al suelo y se parte. Lo deja allí y camina como un zombi hacia su cita. Se encuentra con personas que le saludan, pasa controles biométricos y cruza una zona de cultivos hidropónicos. No es consciente de nada de eso. Solo puede pensar en el número de bajas civiles en las intervenciones de recuperación.

Una única baja civil en diez años.

Hoy.


lunes, 14 de febrero de 2022

Una niña cualquiera (I)


1


Caín se refugia detrás del contenedor un instante antes de que la bola de fuego impacte contra él. La onda lo impulsa hacia atrás un metro y choca con la pared. Se levanta aturdido por el golpe, con los oídos embotados. No parece tener nada roto gracias al refuerzo del uniforme. Se asoma por detrás del parapeto.

El asfalto humea en una larga hendidura, una profunda herida cauterizada en el suelo en la que los bordes se han fundido. El olor a quemado, acre, duro, esparce sus largos dedos por toda la calle. Un par de hogueras aún arden junto a farolas que se han doblado por el calor extremo. A unos cincuenta metros, una figura camina con decisión hacia él con ojos encendidos de furia y determinación.

Lleva diez años en aquel trabajo y es uno de los mejores recuperadores de SIERPE. Ha detenido a 27 terroristas energéticos y cada uno ha supuesto un desafío diferente. Como su capitán, Caín ha preparado los entrenamientos para casi cualquier cosa que pudieran arrojarles. Son los equipos de asalto mejor preparados del planeta. Y, sin embargo, cada intervención ha acabado con algún compañero muerto que no volvió en el helicóptero de regreso. 

Hoy no había sido diferente. La chica acabó con tres recuperadores y un miembro del equipo técnico en un instante. La rapidez con la que reaccionó lo sorprendió incluso a él. Debió de sentir que la seguían y, antes de dar la voz de alarma, alzó un muro de fuego que abrasó al equipo cuando aún no había terminado de tomar posiciones. El olor a carne quemada lo alcanzó de pronto, un puñetazo en el estómago, mientras disparaba con su Atkins. Aunque la munición no era letal, las cargas energéticas eran equivalentes al impacto de un rayo, pero ella no pareció sentir ningún dolor. Dirigió entonces su mirada hacia él. Jamás había visto tanto odio en unos ojos y, cuando brillaron con un tono anaranjado, corrió por su vida hacia un contenedor cercano.

Con el oído ya recuperado, distingue el rumor lejano de sirenas que avisan de la emergencia. Otros equipos habrán acordonado la zona y sacado a los civiles del área. Deben de estar a punto de intervenir, pero este era su equipo y la asesina los ha calcinado. Agarra un trozo de asfalto que ha saltado durante la lucha, sale al descubierto y comienza a correr hacia ella. Un chorro de infierno se lanza contra Caín, que rueda hacia un lado de forma instintiva para esquivarlo. La adrenalina del momento hace que no se dé cuenta de que le ha abrasado una oreja. El dolor es secundario.

Se levanta como un resorte y sigue corriendo. Solo los separan veinte metros y la chica alza los brazos al cielo. Es el momento.

—¡Cogedla ahora! —grita hacia un punto situado tras ella.

La chica se gira, sorprendida, para arrasar a los que se acercan por detrás... Pero no hay nada. De pronto, un fuerte golpe en la cabeza hace que pierda la concentración. Se marea y cae de rodillas mientras un hilo de sangre tiñe de rojo su cabello rubio. Antes de que pueda saber lo que está pasando, el recuperador está junto a ella. Le sujeta un brazo y se lo retuerce en la espalda. Ella aúlla de dolor mientras cae al suelo, junto a la roca que ha chocado con su cabeza. Caín pone una rodilla en su espalda y le agarra el otro brazo. Un instante después tiene puestas las esposas de contención de energía, pero sabe que no es suficiente. Es precavido y le pone un collar de castigo. Está diseñado para activarse al detectar la acumulación de energía necesaria para lanzar un ataque: ondas sónicas de baja frecuencia la harían retorcerse y vomitar de forma incontrolada.

La levanta y la dirige rápido hacia el vehículo de asalto. No hay necesidad de violencia. Ella puede ser una terrorista pero él no es un salvaje ni un cazarrecompensas cualquiera. Es un recuperador.

La chica se deja conducir, ha perdido el ánimo de batallar. Camina con los ojos vacíos, rendidos. Pasan junto a los cuerpos calcinados de sus compañeros y entonces nota que ella intenta detenerse. Hay cinco cuerpos, no cuatro. En el extremo de la hendidura un bulto negro, más pequeño, se encuentra junto a un patinete rosa que no ha ardido del todo. Ella tira, primero con calma y, cuando ve que no la deja llegar hasta allí, con furia. Comienza a llorar.

—¡NO! No, no, no… ¡Esto no tenía que pasar! ¿Por qué? —Su cuerpo tiembla con los sollozos—. La he… La he matado.

Las lágrimas se derraman como un torrente mientras su voz baja y se convierte en un susurro. Es una niña cualquiera, de una calle cualquiera. Es doloroso, siempre que hay pérdidas civiles lo es, pero no entiende a la chica. Ha matado a cientos de personas, hombres, mujeres y niños. ¿Por qué esta cría era diferente del resto de sus víctimas? La oreja quemada se despierta al arrastrarla al todoterreno y se la rasca de forma inconsciente.

Al otro lado de un edificio gris que no ha sido afectado se encuentra el helicóptero de la compañía. Armado con misiles AGM y varias ametralladoras de proyectiles energéticos, no es más que el básico de transporte. Un piloto, cuatro recuperadores y un técnico es la unidad estándar de intervención. Hoy solo volverán el piloto, Caín y la terrorista. La puerta se abre hacia abajo cuando se acercan, arroja a la chica al interior y le ordena que se siente. Todavía con temblores, ella accede, sin resistencia. Ya no protestará ni tratará de escapar. Si ha habido algo común en casi todas sus detenciones es que la rendición es total. Se vuelven pasivos y aceptan lo inevitable.

—Has matado a cuatro personas de mi equipo —dice él, mirándola a los ojos. Ella continúa con la vista fija en el suelo—. Has asesinado a mucha gente pero donde vas ya no podrás provocar más daño.

La chica alza la vista un instante y sonríe. Es una sonrisa triste, mucho más madura de lo que corresponde con la edad que tiene.

—Qué decepción, Caín. Tantos años cazándonos y aún no sabes por qué.

—¿Cómo sabes mi nombre? —El helicóptero comienza a ascender y debe alzar la voz. La oreja le vuelve a picar.

—Todos sabemos quién eres. La cuestión es: ¿lo sabes tú?

—¿Por qué has llorado con esa niña? Has destruido colegios enteros. ¿Por qué, después de tantos muertos a tus espaldas, sufres por ella? ¿La conocías? ¿Qué significaba para ti?

Una lágrima solitaria traza su camino por las mejillas sucias y arrastra su dolor hasta que desaparece por el cuello. Ella gira la cara y permanece mirando por la ventanilla.  El helicóptero toma altura y se aleja veloz hacia la incertidumbre, mientras todo aquello que la chica ha conocido desaparece.


sábado, 12 de febrero de 2022

Abrimos la tapa del baúl de... Zahara C. Ordóñez

Aquel era un día sorprendentemente caluroso para estar en febrero. Esperaba a Zahara sentado en un banco, mientras veía pasar los pocos coches que circulaban junto a aquel precioso parque. A lo lejos oí un relincho e imaginé que habría salido de alguna película del oeste que estuvieran emitiendo por la televisión. Revisé mis notas antes de la entrevista:

Zahara C. Ordóñez. Andaluza, le encanta la historia, especialmente el s. XIX, los cementerios, la música y el mar. Siempre le ha gustado leer, respira literatura y letras. Ha escrito varios libros: «Málakor», «Negro sobre Azul» o «Destinos en la Tormenta». Es jurado de algunas antologías, participa en otras, forma parte de La horda, un podcast literario... Por si fuera poco, ahora publica la saga de El Azahar, cuyo primer libro es «La irrevocable rendición de un duque». Y su gato se llama Sherlock Holmes.


Levanté la vista y vi que se aproximaba un precioso carruaje tirado por un par de orgullosos caballos. Al llegar a mi altura, el cochero detuvo el vehículo. Se bajó de un salto y acudió raudo a abrir la portezuela lateral. Alzó la mano y ayudó a descender a una mujer que lucía un vestido rojo que quitaba el aliento. En los hombros llevaba un chal blanco para protegerse del fresco, que acompañaba con unos ojos profundos y una sonrisa que parecía no tener fin.

―Debéis de ser el señor Durán.

―Esto, sí, eso creo. Quiero decir, soy yo, Mario Durán. Encantado de conocerla, señorita Ordóñez ―dije, tratando de cerrar la boca.

―Un placer. Aunque hace sol, quizá sería buena idea buscar un sitio algo más recogido, por si se levanta algo de aire, ¿le parece bien?

―Claro, por supuesto. Hay una cafetería aquí cerca. Sígame, por favor.

Caminamos despacio hacia el establecimiento. No sé si tardamos cinco o cincuenta minutos, pero sí que recuerdo algo: todos los niños y niñas que nos cruzamos se quedaban embelesados ante el vestido, que parecía llamear bajo la luz del sol. Al llegar, luché con mis manos para sacar el bloc, el bolígrafo y la grabadora.


«La irrevocable rendición de un duque» es el primer libro de una saga protagonizada por los hermanos de la familia Alborada. Este se centra en Samuel, el hermano mayor, pero nos hace una introducción sobre cómo son el resto y nos permite entrever qué tipo de problemas podremos encontrar en los próximos libros, según la personalidad de cada uno. ¿Cómo se te ocurrió la idea de contar la historia de todos ellos?

La idea surge de una reunión con mi querida editora, y la base de todo fue «la historia de una familia». Tenía claro que iba a ser la de unos hermanos, porque siempre he sido una enamorada de las grandes sagas familiares, y que sean muchos hermanos te da un montón de posibilidades. Cada uno con su personalidad, sus inquietudes, su forma de ver la vida… 

El otro nexo importante, el pilar que lo sustenta todo, es El Azahar, la finca. Al fin y al cabo, todo se arma alrededor de ella. Sin su presencia, no existiría la historia. Es un personaje más en la novela y nace fruto de mi parte más nostálgica. Me he criado en una tierra rodeada de grandes cortijos y haciendas, algunas ya en decadencia, pero que fueron gloriosas en tiempos pasados, y necesitaba escribir una historia que me conectase con esas raíces; con esos paisajes agrícolas en los que los campos se unen a la sierra. Me imaginé a una familia que durante siglos ha habitado en el mismo lugar, que ha luchado por él y que se siente ligada en cuerpo y alma a cada milímetro de su tierra, pues depende en todos los sentidos de ella. Me planteé qué pasaría si estuviera en peligro y ahí es dónde empieza todo. En la pregunta: ¿qué harías tú para salvar lo que más amas? Y ese «lo que más amas» no siempre tiene por qué ser El Azahar.

Por cierto, estuvimos un buen rato dándole vueltas al nombre y al final este cayó por su propio peso, porque creo que no hay nada más evocador en Andalucía y en buena parte del Mediterráneo que el aroma del azahar.

Y ya, para terminar con esta pregunta, comentar que sabía que iba a ser en el siglo XIX desde el principio, porque me fascina. Además, ya tenía cierto camino hecho en cuanto a documentación a mediados de ese siglo, a causa de Destinos en la Tormenta, y eso era una ventaja. 


Los Alborada se encuentran en una situación delicada. Otrora gran fortuna, ahora mismo la familia se encuentra al borde de la ruina por un desastre naval. Además, el padre ha muerto recientemente así que Samuel, ahora Duque, decide tomar las riendas, tomando una serie de decisiones con las que no todos están de acuerdo. Cuéntanos un poco sobre cómo preparaste la reunión familiar y los hilos que van a salir a partir de ahí.

Me encanta el eufemismo de «en una situación delicada». Me has arrancado una carcajada. Están fatal. No nos vamos a engañar. Un paso en falso y todo por lo que decenas de generaciones han luchado se hundirá en el fango. Y esa perspectiva es muy dura cuando perteneces a una familia así, tan orgullosa de su linaje y su apellido; de sus logros. En el tercer libro, el de Simón, él dice: «Mis antepasados habían visto el alba de esa tierra y yo vería el ocaso. Ellos, la vida; y yo, la muerte». Se supone que, cuando recoges el testigo de tus antepasados, tienes que sumar, no restar. Pero claro, no todos los tiempos son iguales y los que les ha tocado vivir a estos siete hermanos son bastante complejos. Ya no están hechos para las viejas familias de la aristocracia. La burguesía les está ganando el pulso en muchos aspectos y tienen que renovarse o morir. En cualquier caso, y citando a la propia historia «un Alborada nunca se rinde» y ellos no se van a rendir. 

Tenía que presentar a los personajes en muy poco espacio, porque además la idea de estas novelas es que sean cortas, así que había que dar algunas pinceladas de ellos, pero que fueran suficientes como para que el lector se hiciera cierta idea de cómo son. O, quizá, cómo aparentan ser, porque no podemos olvidar que, en la reunión inicial, lo vivimos todo desde los ojos de Samuel y en un momento muy concreto. En cualquier caso, podemos atisbar parte del carácter de los Alborada. Ese Samuel firme; ese Diego canalla; ese Simón más serio. La Elena de armas tomar, la Beatriz más resignada, la Lidia disconforme, la Alba paciente. Sabía que me iba a dar mucho juego que los hermanos no se parecieran en nada, aunque sin perder nunca ese rasgo de los Alborada, que es su resiliencia, el amor por El Azahar y por sus hermanos, que demuestran, cada uno a su manera. Vemos también las exigencias que Samuel les impone en primera instancia: cásate, compórtate, no malgastes, céntrate… Pero, aunque sean esas las disposiciones del duque, nada nos garantiza que sea así cómo los hermanos afronten la situación. ¿O sí? 

Habrá que ver qué pasa en cada una de sus historias, porque ya os digo que puede suceder de todo y las cosas, en mis novelas, a veces no son lo que parecen. Por las sinopsis sabemos, no obstante, algo: Elena decide irse a Madrid a conquistar a un rico heredero; Simón está atado a un compromiso que detesta; Lidia, toda una dama, sentirá una pasión ardorosa por un mozo de cuadras; Beatriz se abocará a un matrimonio terrible; Diego se jugará el corazón y el dinero en una partida de cartas con una marquesa viuda; y la pequeña Alba se cruzará con un viajero de lo más interesante. 

Sinceramente, estoy muy feliz con el transcurso de estas historias. Son todas muy diferentes entre sí y, como escritora, están suponiendo todo un ejercicio literario.

Me encanta la perspectiva de que de El Azahar puedan salir más series vinculadas al futuro de la familia, o incluso al pasado. Adoro a los Alborada. He conectado muchísimo con ellos. Ojalá fueran veinte hermanos, porque escribiría veinte historias y no me cansaría.


Por otro lado, Leire Narváez es una mujer fuerte y decidida. Hija única y sin hermanos, tomó la decisión de seguir con la industria familiar a pesar de la sociedad y los prejuicios. Ella, además, tiene un pasado que la persigue y no la quiere soltar. ¿Cómo era la situación de las mujeres en el s. XIX en España en cuanto a su vida familiar? ¿Había otras «Leires» en aquel momento dirigiendo industrias?


La mujer era primero hija devota, después esposa fiel y más tarde, madre amantísima. Son los tres estados en los que vivía. Y esto no deja de ser dramático porque se casaban bastante jóvenes y la mortandad en el parto, sobre todo hasta finales del siglo XIX-principios del XX que no se implementaron ciertas medidas higiénicas, era terriblemente elevada, lo que quiere decir que reducían toda su vida a algo que podía llevarlas a la muerte con facilidad. Pero así era su existencia. El matrimonio en la mayoría de los casos no era más que otra forma de preservar la economía familiar. Las damas de la época eran instruidas para ser el ángel del hogar, su guardia y custodia. Garante de su paz y su inviolabilidad. Y frente al mundo exterior, tan convulso y sucio, ellas debían mantener en todo momento un espacio idílico para su familia y su esposo. Las de clase acomodada eran leídas y se las instruía en pintura, música, lengua y en todo aquello que sirviera al propósito de su imagen de dama culta, aunque sin que su inteligencia supusiera nunca un arma ni las hiciese parecer arrogantes. Ya sabéis. Tenían muchos entretenimientos, muchos lenguajes (que si el del abanico, que si el de las flores, que si el del pañuelo) y muchas normas sociales que aprender: horas de visita, formas de saludo, regalos que se podían aceptar en un cortejo y cuáles no… También había revistas para damas, y muchísimos bailes de sociedad. Casi de forma constante había alguna reunión a la que acudir. Aburridas, no estaban, desde luego. Y las de clase más baja, pues faenaban de sol a sol, así que tampoco lo estarían.  

Con la llegada de la revolución industrial, de la burguesía y de todos esos movimientos sociales inherentes a este siglo, muchas cosas se democratizan y muchas mujeres entran al mundo laboral de forma más directa y asidua. Porque las mujeres han trabajado de toda la vida, no nos llevemos a engaño. Dentro o fuera de la casa. Y, en cualquier caso, también eran hijas, esposas y madres. Siempre con eso a cuestas. Algo hermoso si es deseado, pero que no lo debía de ser tanto cuando era impuesto.

No obstante, como en todas las épocas, siempre ha habido quien saque los pies del tiesto y decida que quiere hacer lo opuesto a lo que se espera de ella, y tenemos muchos ejemplos de damas que pudieron dedicarse a algo más que al matrimonio y a los hijos, y pudieron estudiar cosas o tener oficios históricamente reservados a hombres. Bien porque sus propias familias les dieron esa libertad —sus maridos en muchos casos fueron grandes aliados, como podría ser el caso de Samuel con Leire— bien porque decidieron buscarla por sí solas o porque aprovecharon su viudedad para ello. 

Con respecto a la segunda pregunta: Sí, había muchas «Leires» dirigiendo negocios, no necesariamente industrias, y a poco que se haga una búsqueda salen nombres. Desde refinerías, hasta azucareras, fábricas textiles… Algunas fundaban sus negocios junto a socios, otras tomaban las riendas a la muerte de sus padres o de sus esposos; y otras, más avezadas, se lanzaban a negocios por sí solas, que no habían estado vinculados antes a su familia de ninguna forma. Algunas fueron inventoras o dirigieron establecimientos muy importantes. Tenían vidas tremendamente importantes. En Instagram, de hecho, cada semana subo un post sobre «Señoras Decimonónicas» hablando de mujeres del XIX que fueron relevantes, y tengo muchas así en la recámara. Me apasiona hablar de ellas y rendirles homenaje. Allanaron el camino para que pudiéramos pasar y les estaré eternamente agradecida. 


El encuentro de Samuel y Leire en Málaga es explosivo y muy divertido. Son dos personas con carácter fuerte y orgullosas que nos regalan multitud de escenas con comentarios ingeniosos y mordaces. ¿Fue difícil preparar estas escenas? ¿Cuánto hay tuyo en la personalidad de Leire?


Qué va. En absoluto difícil. Eso salió solo. Y me eché unas risas… Suelo escribir de noche, así que imagina… Los vecinos dirán: «De qué se ríe esa loca a las tres de la mañana». Pues de las tonterías que sueltan mis personajes. 

Escribir diálogos es una de las cosas que más me gusta, porque permite conocer a los personajes de una forma bastante directa. Por la boca, dicen, muere el pez. Y ellos, para bien o para mal, también son esclavos de sus palabras. Me divertí un montón. Ojalá escribir alguna cosa más con ellos, porque menudos son. Fue precioso ver cómo se construía esa relación y, cómo, poco a poco, a pesar de que ya no se «odiaban» como al principio, seguían diciéndose cosas para chincharse, porque ellos son así. Qué bonicos.

Con respecto a ¿qué hay de mí en Leire? Muchísimo. Es fuerte, luchadora, no se rinde. Aprieta los dientes y tira para adelante. Y le da igual el obstáculo que tenga frente a ella. Si hay que saltar… salta. Creo que Leire es la clase de mujer que yo sería en su situación. No me habría conformado con dejar que otros llevasen las riendas. No me gusta delegar, ni claudicar. Lo de rendirme lo llevo mal. Leire no se calla una y a mí en la vida me pasa un tanto como a ella. Para bien o para mal. Ja, ja. Además, como personaje femenino, creo que es uno de los mejores que he perfilado y me gusta pensar que es gracias a mujeres como ella, con su fortaleza de carácter, que hoy en día estamos dónde estamos. Creo también que se complementa genial con Samuel y esa es la magia, que por separado funcionan increíblemente bien y, cuando se juntan, ya forman algo apasionante. Están hechos el uno para el otro.


El personaje de Rafael Vergara, aunque parece secundario, es el contrapunto perfecto a esta pareja. Es el que atrae a los inversores y el que trata de poner sentido común en la cabeza de su primo Samuel, duque de Alborada. Háblanos sobre su importancia en el desarrollo de la historia.


Rafael. Ay, Rafael. Es esa persona a la que siempre querrías tener al lado. De verdad. Lleva «Lealtad» como segundo nombre. Cuando surge la problemática de los Alborada y su inminente ruina, surge la solución de la inversión, ¿y quién mejor para llevar a Samuel por ese camino que su primo? Nadie. Pero es que su primo no es un cualquiera. Es uno de los personajes más relevantes de la burguesía malagueña de la época. Y es un personaje con el que yo ya he trabajado y al que ya he perfilado en una novela anterior: El Lobo y la Rosa, la primera de la serie Destinos en la Tormenta. Es el hermano de Victoria de Vergara, la protagonista de esa novela. Los Alborada son familia de los Vergara por parte de madre, siendo su segundo apellido Teruel en ambos casos. Esto son cosas que me fascina hacer. Suelo trabajar mucho las relaciones entre los personajes creando al final árboles genealógicos en el que los linajes se entrelazan. En general, los personajes suelen tener relación entre sí —no tiene por qué ser consanguínea— y cuando has leído varias de mis historias empiezas a ver las uniones y esos árboles que se extienden desde las novelas históricas hasta las novelas contemporáneas; es algo que suele gustar a los lectores. 

El caso es que es un personaje muy importante y sin él la novela no habría funcionado igual. Porque Rafael, dada su historia, tiene virtudes muy significativas: cabeza para los negocios, un corazón muy grande para asuntos del amor y está libre de prejuicios de clase o género, por ciertos aspectos de su pasado y el de su familia que no os cuento porque os destripo Destinos en la Tormenta. Y eso es justo lo que Samuel necesita: alguien que tenga ese pensamiento para que lo ayude a dar el paso. Creo que se complementan muy bien y que nos han dado momentos geniales en la historia. Me encantan cuando están juntos. Es como si pudiera verlos por un agujerito. Me los imagino de ancianos, sentados en los jardines o paseando por el puerto, rememorando los días en los que salían de vinos.

Como anécdota contaré que las lectoras me han pedido que escriba la novela de Rafael a raíz de leer El Lobo y la Rosa. Ya veremos qué hago. Tengo muchas historias que contar. 

 


Luisa, doncella de Leire, tiene unas ideas muy definidas de cómo debe ser una dama y de lo que debería hacer su señora respecto al pasado que la atormenta. Al final de la novela entendemos muchas cosas que antes no estaban tan claras. Sin embargo, ella es un representante perfecto de la mentalidad y los prejuicios de la época sobre las mujeres.

Así es. Luisa es el perfecto ejemplo de todas esas cosas que metían en la cabeza a las mujeres de esa época, y de esta en muchos casos, porque por desgracia no son formas de pensar que se hayan perdido del todo. Es el ejemplo de cómo, en muchos casos, las mujeres han sido las enemigas de las mujeres, porque eran las que perpetuaban los roles impuestos de generación en generación: por miedo, por costumbre, por sus propias ideas. Porque la sociedad las había enseñado a que eso era lo correcto. A que el hombre disponía y ellas solo acataban. Eran las que educaban a sus hijas a ser esposas y madres; a no salirse de ese círculo vicioso. Eran las que tenían que cortar las alas antes de echar a volar porque a ellas tampoco las dejaron hacerlo. Y es muy triste que algo cale tan dentro de ti como para que no te des cuenta de que estás perpetuando tu propia infelicidad a través de generaciones y de que no solo estás haciéndote daño a ti misma, también estás haciendo daño a alguien que siente como tú y que tiene la necesidad de ser feliz. Pero eran esclavas de sus circunstancias y no podemos juzgarlas, porque nosotras somos, en muchos casos, unas privilegiadas. Y eso que queda muchísimo por andar. Muchísimo.


A lo largo de la historia van cayendo pequeñas pistas que van acumulándose en la balanza de la tensión y el peligro hasta que, al final, tenemos un desenlace radical. ¿Sabías que querías terminar de esa forma el libro o hubo momentos en los que los personajes trataron de tomar el mando?

Los personajes siempre andan liándola, no nos llevemos a equívoco. Mandan ellos, aunque digamos que los escritores somos nosotros. Esto es como los dueños de los gatos. No, perdona, el señor de la casa es el gato. Fuera bromas. La verdad es que teniendo en cuenta los siguientes factores de esta serie: son novelas muy cortas, el tiempo de entrega de una a otra también lo es, y hay que ir al grano; una no se puede permitir divagar mucho porque se le van las cosas de las manos y a ver cómo las arregla. Tengo poco espacio para contar la historia y hay que abreviar. Digamos que el punto a y el punto b estaban definidos desde el inicio y las piezas del puzle puestas en la mesa.  Lo que sí he dejado que me cuenten los personajes es cómo se van conociendo y cuándo quieren llegar a conocerse más. No sé si me explico. En su relación, ellos mandan. En lo que sucede a su alrededor, mando yo.


Se suele decir que cada uno es el héroe de su propia historia y que los villanos, en su cabeza, son los buenos.  No voy a revelar mucho más, pero ¿crees que en tu historia es así?

Creo que no hay héroes ni villanos, solo gente haciendo lo posible por sobrevivir y por llevarse el gato al agua. Que lo que hagan por sobrevivir esté mal desde el punto de vista moral, eso ya es otra historia y dejo que el lector juzgue.


El final de la novela no es el final de la historia. Sabemos que hay mucho más que contar a partir de ese punto. ¿Nos puedes dar alguna pincelada de lo que puede suceder en otros volúmenes de la saga?


Puedo chivaros que Samuel y Leire aparecen de nuevo. Vamos a saber qué pasa cuando Samuel vuelve a El Azahar, sí, aunque sea un poquito. ¿En qué historia? Eso no os lo chivo. En cualquier caso, son cameos, porque lo importante en las otras novelas son las parejas de esas novelas. Y también decir que todas las historias son emocionantes a su manera; muy distintas entre sí, pero también con su punto de aventura, románticas y hermosas, y que hay algunos giros interesantes que nadie espera. O al menos ninguna de mis lectoras cero se los han esperado. A ver qué pasa con los demás. Espero que las leáis y os gusten. Que además son en digital y super económicas.


Para terminar, cuéntanos algo sobre lo que estás trabajando ahora.

Estoy trabajando en una máquina del tiempo que me permita duplicar las horas del día, porque solo así llegaré a todo lo que quiero hacer. ¿Inviertes conmigo? Ja, ja. En serio. Aparte de en todas las antologías, la Horda y demás, estoy con las últimas novelas de esta serie, con las últimas también de la serie Júpiter en Saturno y, con algo entre manos que sale a finales de año, también de romántica, y de lo que todavía no puedo hablar y para lo que me estoy documentando.  Ah, y ultimando De Cuervos y Lobos que sale ahora en mayo de la mano de Insomnia Ediciones. Así que, como ves, necesito esa máquina como el agua.



Se abrió la puerta de la cafetería y el cochero se acercó a Zahara. Le dijo algo al oído y salió hacia el carruaje.

―Me temo que vamos a tener que dejarlo aquí. Tengo una cita con la familia Alborada. Elena va a emprender viaje a Madrid y quiero despedirla. ―Se levantó y se colocó el vestido.

―Creo que tenemos suficiente, muchas gracias por la entrevista ―acerté a decir.

Se acercó, me hizo una caricia en la mejilla, me regaló una sonrisa y se alejó despacio. Por la ventana pude ver cómo subía de nuevo al carruaje y se alejaba hacia el horizonte.

Decidí que no me lavaría la cara en varios días.



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